Los
relojes de
mi
avioneta
deportiva
del tiempo
me indican
que vamos
a 1934,
nos
posaremos
sobre el
barrio San Anton de
Carolina,
Puerto
Rico.
Descendemos
en una
simple y
humilde
casa en
los
predios de
la vieja
carretera
de Río
Piedras a
Carolina,
adivinen
amigos, es
el
aposento
donde ese
gran
jugador de
las
Grandes
Ligas
Roberto
Clemente
llegó al
mundo. Por
ahí vemos
a don
Melchor
Clemente
su padre y
a Doña
Luisa
Walker dos
seres
extraordinarios
que
supieron
darle a
sus hijos
lo más
importante
de la
vida,
cariño y
amor.
Era una
época
despiadadamente
huérfana
de
recursos
económicos
que
marcaban
la vida
del
puertorriqueño
en un
laberinto
de fé y
esperanza.
La única
salida
para este
mal
sociológico
era el ardúo
trabajo
diario que
se
arrimaba
cada día
para
llenar ese
vacío
circunstancial.
Decía un
viejo
amigo mio
que vivió
esa época:
"Edwin "Kako"
no
pretendo
poner en
tela de
juicio mi
época,
pero si te
puedo
decir que
existía un
cáncer de
depresión
económica
a
nivel
mundial
que
desgarraba
el
pensamiento".
Dentro de
toda esta
perspectiva social la
familia
Clemente
Walker
vivía
humildemente
con lo que
Don
Melchor
(padre)
ganaba
como
capataz en
la Central
Azucarera
Victoria
ubicada en
Carolina.
Como es
sabido en
Puerto
Rico a
principio
de siglo
la caña de
azúcar
representaba valuarte principal
en la
economía
del país.
Sin lugar
a dudas
fueron
tiempos
difíciles
y cada
familia
puertorriqueña
dedicó
su vida al
llamado
trabajo
diario
buscando
lo mejor
para sus
seres
queridos.
Los
Clemente
Walker no
se
quedaron
atrás y
estipularon
su razón
de vivir
dentro de
un marco
armonioso
que
iluminaba
sus vidas
y contra
restaba la
acción
despiadada
que
azotaba
aquellos
tiempos.
La familia
estaba
compuesta
por el
patriarca
don
Melchor,
doña Luisa
Walker
(ama de
casa),
Luis y
Rosa María
Oquendo,
en su
matrimonio
con don
Melchor
llegaron
al mundo
Roberto,
Andrés
Matino y
Osvaldo. Observo
desde mi
nave la
indumentaria
de ese
tiempo,
las
tradiciones,
el respeto
y más
importante
aún el
amor a la
vida que
se podía
palpar
en la
mirada de
la gente.
Me detengo
a pensar y
revivo con
gran interés
gratos
momentos
que a
pesar de
la pobreza
existente
dijeron
presente
en el
devenir de
la vida
del
puertorriqueño.
Era una
procesión
de un
sabor de
pueblo
incondicional
que tocaba
a la
puerta
arropandose
con la
corcha de
la
excelencia
y la
palabra
"humildad".
Roberto
Clemente
fue
conocido
por el
mote de "Momen"
durante su
vida por
los
familiares
y amigos
de la
comarca,
se lo debe
a su
hermana
Rosa que
en una
ocasión
pronunció
ese
sobrenombre
quedando
así
Clemente
bautizado.
Datos
escolares
sobre
Clemente
demuestran
que era un
gran
estudiante que
absorbía
las
materias
en
transcurso,
decían que
no hablaba
mucho, era
introvertido.
Estudió en
la Escuela
Superior
Julio
Vizcarrondo
Coronado
de
Carolina,
claustro
que
elaboró
infinidad
de atletas
en todo el
sentido de
la
palabra.
Clemente
era un
atleta
natural,
tiraba jabalina,
brincaba a
lo alto,
saltaba
triple
salto, jugaba
softball
y corría
400 metros
lisos,
todo lo
hacía muy
bien.
Estaban
ante la
presencia
de un
superdotado
del
deporte
que
posteriormente
se
convertiría
en un gran
jugador de
las
Grandes
Ligas.
El curso
de la vida
continuaba,
la vida y
su
tolerancia
reposaba
de la
amargura
trayendo
consigo
variadas
alternativas
de fé y
esperanza.
Toda
la cadena
se iba
eslabonando
de un modo
superlativo
repasando
sus
talentos
dentro de
un marco
equitativo.
Clemente
seguía
demostrando
sus
kilates
como
atleta
hasta que
llega a
la Liga
"Doble "A"
con el
equipo de
Juncos. El
manager
era
Monchile
Concepción
otra
estrella
deportiva
en sus
tiempos
que además
trabajaba
para los
Cangrejeros
del
Santurce
en el
Béisbol
Profesional
de Puerto
Rico como
coach.
La escena
deportiva
en la vida
de
Clemente
estaba
preparada
para dar
el gran
paso al
béisbol
profesional.
Don Pedrín
Zorilla (QPD)
un
verdadero
as en
cuanto al
béisbol se
refiere
observó a
Clemente
en un
partido de
exhibición.
Ese día
Roberto
hizo dos
atrapadas
magistrales
en el
jardín
central e
hizo un
disparo
certero
desde esos
predios.
Bateando
ni se
diga, el
talento
estaba y
Zorrilla
lo sabía,
más
adelante
el 9 de
octubre de
1952,
Clemente
firmaba
para los
Cangrejeros
del
Santurce
con un
bono
de
$400.00
dólares y
un salario
de $40.00
semanales.
La prueba
grande
para
Roberto
Clemente
fue en el
antiguo
parque
Sixto
Escobar,
allí
Zorilla
invitó a
diferentes
jovenes a
unas
pruebas "Tryout".
En el
turno de
Clemente a
la
defensiva
lo
enviaron a
que tirara
desde el "outfield"
al cuadro
y lo que
la gente
observó
fue un
brazalete
descomunal.
En el
corrido de
60 yardas
hizo 6.4
segundos,
algo extraordinario,
en su
turno al
bate
parecía
una
regadera
tirando
líneas
para todos
lados. Sin
embargo en
ese
momento no
fue
firmado
por Al
Campanis
por que
todavía
era
estudiante
de escuela
superior.
Campanis Vicepresidente
de los
Esquivadores
de Los
Angeles no
podía
creer lo
que sus
ojos
vieron ese
día en el
"tryout",
se dice
que los
Bravos del
Milwakee
luego le
ofrecieron
a Clemente
entre $30
y 40 mil
dólares.
Finalmente
el 19 de
febrero de
1954, los
Esquivadores
de
Brooklyn
firmaron a
Clemente
mediante
la
autorización
de su
padre por
la suma de
$10,000
mil y un
salario de
$5,000 por
la
temporada
de 1954,
con los
Reales de
Montreal,
una
surcursal
"AAA" de
Brooklyn
en la Liga
Internacional.
Al
estampar
su firma
con el
Brooklyn
existía
una
reglamentación
en las
Grandes
Ligas que
decía que
cualquier
jugador,
al que le
otorgaran
más de
$4,000
dólares
tenía que
ser subido
al roster
de las
Mayores,
sin
embargo el
Brooklyn
se la jugó
de a
misión y
mantuvo
al "Momen"
en la
Triple "AAA".
Aquí el
muchacho
de Puerto
Rico veía
acción
esporádicamente
cosa que
no le
gusto a
Clemente
hasta
llegar el
punto de
que querer
regresarse
a Puerto
Rico.
El
gallinero
estaba
alborotado
y Clemente
en un
partido
abandonó
el equipo
dirigiendose
al hotel
donde se
hospedaba
y empacó
todos sus
bártulos.
Un escucha
de los
Piratas
llamados
Clyde
Sukeforth
fue al
hotel y
habló con
Clemente
explicandole
que el
próximo
año el
sería el
guardabosque
regular de
los
Piratas.
Con el
Montreal
Roberto
participó
en 87
juegos,
jugó en
los
jardines y
en
tercera,
su
promedio
fue de 257
con 27
anotadas y
12
impulsadas,
148 turnos
al bate
con 38
inatrapables,
5 dobles,
3 triple y
2 jonrones,
un solo
error
defensivo.
Como cosas
de la vida
el 22 de
noviembre
de 1954,
los
Piratas
obtuvieron
el
contrato
de
Clemente
en el
sorteo de
agentes de
los
Esquivadores
de
Brooklyn
por la
suma de
$4,000 mil
dólares.
Buenos
amigos nos
preparamos
a partir a
otro lugar
en el
tiempo y
llevarles
a ustedes
todas
estas
historias
interesantes
de esas
grandes
estrellas
del
deporte
del
béisbol,
sera hasta
la
próxima,
se despide
su amigo
Edwin "Kako"
Vazquez,
gracias.
Piratas
del
Pittsburgh
año 1956--
Luis
Arroyo,
Dan
Kravitz,
Dick Groat,
Roy Face,
Jack
MaMahan,
Johnny
O'brien,
Dick Cole,
Hank
Foiles,
Eddie
O'brien,
Gene
Fresee,
Bill
Virdon,
Frank
thomas,
Bob
Skinner,
Nelson
King,
Ronnie
Kline,
Vernon Law,
Dick Hall,
Lee Walls,
George
"Red"
Munger,
Bob
Clemente,
Curt
Roberts,
Laurin
Peppper,
Art
Swanson,
Sam Narron
(coach),
Danny
Murtuagh
(Dirigente),
Bob Friend
(coach).
Piratas
del
Pittsburgh
año 1965-
Ozzie
Virgil,
José Pagán,
Manny
Mota,
Frank
Carpin,
Roberto
Clemente,
Gene
Frezee,
Bob Bailey,
Jerry
Lynch,
Vernon Law,
Willie
Stargell,
Tommie
Sisk, Bill
Mazeroski,
Bill
Virdon,
Elroy Face,
Al McBean,
Gene Alley,
Jim
Pagliaroni,
Bob Veale,
Don
Schwall,
Andre
Rodger,
Don
Crandall,
Bob Friend,
Don
Clendenon,
Wilbur
Wood y Joe
Gibbon
En el
1975, los
Piratas
del
Pittsburgh
tenía en
sus filas
muchos
latinos
que son
recordados
con mucho
cariño,
Omar
Moreno y
Manny
Sanguillén
y Rennie Stennett
(Panamá),
Miguel
Dilone y
Franklyn
Taveras
(Santo
Domingo),
Terín
Pizarro,
Mon
Hernández
y José
Antonio
Pagan
(Puerto
Rico),
Tony Armas
(Venezuela)
y Mario
Mendoza (Mexico).
Edwin
"kako"
Vázquez
Escritor e
Historiador
Deportivo