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Pompeyo Davalillo:

Una vida dedicada a la pelota

Tomado de Correo del Caroní

Reconocido como uno de los mejores técnicos de la pelota profesional venezolana, este zuliano de 62 años afirma que el béisbol es una de las mejores cosas que le han sucedido en su vida, hasta el punto que asegura que "si vuelvo a nacer, vuelvo a escoger la profesión de béisbol".

 ¿Quién iba a pensar -cosas de la vida- que por querer complacer a los amigos las cosas pueden llegar a cambiar tanto? Pompeyo Davalillo sabe que eso es así.

 Este zuliano, nacido hace sesenta y dos años en Cabimas, tierra petrolera por excelencia, se convirtió hace muchos años en técnico de béisbol no sin antes haber sido un buen pelotero que no pudo -según sus propias palabras- llegar a más como jugador porque una lesión se atravesó en su objetivo, precisamente por querer complacer a unos amigos.

 El mismo año en que llegó a las Grandes Ligas (1953), quedaría marcado en la vida de Davalillo como el año en el que perdió la mejor oportunidad de su carrera.

 "Yo firmé al profesional en 1952", cuenta Pompeyo, quien firmó con el Vargas pero antes de comenzar la temporada criolla pasó al Caracas. "Un año después me voy para Estados Unidos y el 17 de junio de 1953 me subieron a las Grandes Ligas", continuó.

 Pompeyo Davalillo nació el 30 de junio de 1931 y su debut en las mayores se produjo 22 años después. Esa campaña de 1953, el entonces joven irrumpió con los Senadores de Washington de la Liga Americana, novena con la que participó en 19 partidos.

 Luego de jugar en el norte, Davalillo hizo lo que acostumbraban los grandeligas venezolanos al volver a la patria: jugar en la liga local.

 Fue entonces cuando tomando parte en el recordado Torneo Rotatorio, en el que jugaban equipos de la Liga Central y de la Liga del Zulia, llegó el momento que cambiaría su vida.

 "Pastora, Gavilanes, Caracas y Magallanes estaban jugando el Rotatorio en Maracaibo y Caracas, pero Pastora y Magallanes dominaron fácil, mientras Gavilanes y Caracas estuvimos muy mal. Entonces unos amigos míos me dijeron que hablara con la gente de Caracas y Gavilanes para que fuéramos a jugar a Cabimas, porque ellos me querían ver jugando allá", cuenta.

 Davalillo logró convencer a ambos equipos y fue entonces que jugando en el estadio Cocolín, el mismo en el que se formó desde niño, sucedió lo inesperado. "En ese juego en el séptimo inning di un hit para el left field y cuando voy llegando a segunda me deslicé y se me trancó el zapato y me fracturé el tobillo y la rótula. Estuve dos años enyesado y ahí perdí mi carrera de Grandes Ligas. Por eso nunca le digo nada a nadie si juega o no juega aquí. Ese es problema de ellos y lo cierto es que yo perdí mi carrera".

 Aquel episodio cambió su vida, porque al año siguiente no pudo cumplir el contrato que había firmado con los Senadores, incluso con un aumento salarial.

 "Llegué a las Grandes Ligas cuando reamas difícil, porque nada más había 16 equipos y pienso que hice un buen trabajo porque me dieron contrato para el año siguiente. Pero las cosas pasan y no las entiende nadie, porque en un terreno en el que me crié jugando en alpargatas o jugando descalzo, porque éramos muy pobres, me sucedió eso.

 Si hay algo que Davalillo no deja atrás es su orgullo por su origen humilde. "Éramos pobres, es más somos pobres porque tengo para vivir pero, no soy rico", afirma. Pompeyo cuenta que con 17 años toma la decisión de ir de voluntario al cuartel, "para poder irme a Caracas a jugar, porque todo el mundo en Cabimas decía que yo era muy bueno".

 En ese entonces tomó un guante, una pasta de dientes y un cepillo y se marchó, no sin antes retirarse de la Mene Grande Oil Company, petrolera en la que trabajaba. "Lo que me dieron se lo di a mi mamá y me fui para Caracas".

 Así, jugando en Miraflores, donde comenzó a jugar pelota se inició su camino hacia la fama, en una carrera que como profesional ya está muy cerca de los sesenta años, primero como jugador, luego como técnico, lo que le permitió mantenerse en la pelota.

"Nací para el béisbol"
 
"Yo pienso que nací para el béisbol, porque yo no sé hacer más nada", afirma Pompeyo, a quien en Estados Unidos los "gringos" llamaban Yo-Yo.

 "Estudié hasta el sexto grado y a empujones, porque tampoco me gustaba estudiar y gracias a Dios la profesión que escogí hasta hoy me ha dado resultado. Si vuelvo a nacer, vuelvo a escoger la profesión del béisbol porque me ha dado todo, me ha dado amistades y aunque he pasado muy malos momentos, también he pasado muy buenos".

 Aunque luego del episodio de la lesión no pudo regresar a las Grandes Ligas, sí volvió a tener la oportunidad de ir a los Estados Unidos, donde jugó varios años en las menores, además de tomar parte en la pelota del Caribe, principalmente en la cubana.

 No obstante, Davalillo decidió retirarse relativamente temprano, a la edad de 33 años.

 "Cuando ya me estaba llegando el declive decidí retirarme. Es que pienso que lo último que uno debe hacer en todos los aspectos de la vida es dar lástima, y ya los rollings que antes cogía fácil ahora la bola me pasaba; los batazos que antes daba cómodo ya se me hacían difíciles y llegó el momento en que yo dije me voy a retirar". El Caracas le dio la oportunidad de hacerse coach de primera base y luego pasó a la tercera, dando inicio a una carrera muy exitosa.

 "Luego me fui a los Estados Unidos y me metía en las conversaciones de los técnicos y por allí fui mejorando y trabajando hasta el día el sol de hoy, cuando insisto, que todavía no sé de béisbol... lo entiendo un poquito, sí, es la verdad. Pero no lo sé", asegura.

 El amor por el béisbol está muy profundizado en los Davalillo, una familia de seis hermanos en la que todos jugaron pelota. "Éramos seis varones de los cuales uno ya murió y todos jugamos pelota. Mis hijos todos están en el béisbol y hasta tengo nietos que están jugando pelota y de verdad que es una alegría muy grande ver a tus hijos y a tus nietos jugar béisbol".

 Pompeyo siete orgullo de su familia beisbolera pues según él, eso ha contribuido a que ninguno de sus hijos y nietos haya tomado el mal camino, lo que atribuye a que siempre llevó a sus muchachos al estadio, eso sí, también tenían que estudiar.

 Tanto quiere al béisbol que afirma que "quiero tener la suerte de morir uniformado y Dios quiera que me complazcan. Y quiero que me velen en un estadio, en el que sea. Lo que quiero es que me entierren uniformado porque vi a Baudilio Díaz y a Gonzalo Márquez y Gustavo Polidor cuando los velaron y me duele que haya mucha gente que ya no les recuerde, por eso digo que a mí sí me van a recordar, porque la gente va a decir aquí velaron a Pompeyo uniformado, y Dios quiera que tenga esa suerte".

El secreto del buen manager
 
"Pienso que un buen entrenador es el que siempre exige más, un buen orientador exige cada vez más digan lo que digan, porque al final el tiempo te va a dar la razón. El entrenador debe orientar a los niños por el buen camino, enseñarle la disciplina, la responsabilidad y el cariño por el uniforme y el respeto a los técnicos, a los aficionados y a la prensa. Pienso que si tienes las condiciones para jugar béisbol y tienes esa disciplina entonces tienes que llegar a las Grandes Ligas".

 Así resume Pompeyo las virtudes que debe tener un técnico de béisbol.

 Por supuesto hay otras cosas, como por ejemplo el formar jugadores que piensen, o que "trabajen del hombro para arriba", como prefiere decir.

 "Aquí en Venezuela estamos trabajando nada más en la práctica del terreno, en la práctica física que llaman, pero a mí siempre me ha gustado mucho la teoría, porque es muy importante poner a pensar a los jugadores y los técnicos".

 Davalillo está claro en que la gente va al estadio a ver a los jugadores, "no a los técnicos, ni a los viejos como yo", dice, de allí que considera importante que los entrenadores tengan esto bien metido en la cabeza.

 "Para ser buen técnico obviamente hay que tener disciplina, responsabilidad y trabajar siempre fuerte, pero sobre todo nunca creerse un sabelotodo", concluye el maestro.

El capítulo de "Vitico"
 
Víctor Davalillo, "Vitico" como es conocido, es uno de los mejores -sino el mejor- bateador de la historia del béisbol venezolano. "Vitico", comenzó siendo el hermano de Pompeyo, pero al final la historia fue al revés.

 "Yo fui el que se robó a Vitico de la casa. Me lo robé porque yo venía de las Grandes Ligas y fui a Cabimas y todo el mundo me decía: 'mirá, Vitico es mejor que vos'. Yo les decía, ¿mejor que yo?, y me respondían 'sí, mejor que vos'. Yo me decía que eso no podía ser, hasta que un día , un domingo, lo vi jugando y me dije que Vitico era un fenómeno. Ese día el pitchó y el equipo dio cuatro hits y él dio tres y dio el decisivo, un jonrón a un muchacho llamado Pedro Marcano. Me le acerqué y le dije: Vitico, ¿vos queréis jugar profesional?, y me dijo, 'si vos queréis'. Entonces le dije que me esperara en una calle cerca de la casa a las tres de la mañana y efectivamente se fue conmigo a Caracas".

 Recuerda Pompeyo que lo único que su hermano -entonces de 15 años- llevaba, era la ropa que tenía puesta.

 "Llegamos a Caracas y le rogué a Carrasquelito y a Pablo Morales que lo firmaran, porque él tenía quince años y ellos decían que era un muchacho muy flaquito, pero los convencí. Para que vean que los ídolos nacen, en un juego me dice Carrasquelito, vamos a poner a Vitico a pitchar. Al primero que le lanzó fue a Aquiles Gómez y le dieron jonrón, pero al primer turno con dos en base dio triple. Dominó a los bateadores y luego vino y bateó un doble. Total que ganó el juego 9 a 7 y al principio le decían que era el hermanito de Pompeyo, pero después me decían a mí que yo era el hermano de Vitico".

"Ese se jo..."
 
Luego de sufrir la lesión que lo mantuvo lejos de las campos durante casi dos años, Pompeyo Davalillo asegura que supo quienes eran sus verdaderos amigos, pues muchos de los que se hacían llamar así y a quienes ayudó lo abandonaron.

 "Ahí aprendí muchas cosas, porque cuando uno está arriba tiene muchos amigos pero cuando te vienen las cosas, cuando te viene el momento malo, todo el mundo te saca el cuerpo y te desprecia. En ese tiempo estaban solo Carrasquelito -Alfonso Carrasquel- y Pompeyo Davalillo de grandeligas y yo tenía muchos amigos, recuerdo que no sólo les conseguía trabajo porque era Pompeyo Davalillo, sino además les ayudaba con ropa, comida, dinero, medicina.

 Pero todo el mundo te quiere y te abraza cuando estás arriba y cuando me lesioné recuerdo haber escuchado a muchos de esos que ayudé decir 'ese se jodió', 'ese se acabó', y yo los oí".



Carlos Alberto Carreño Serrano

 

Pompeyo Davalillo:

"¡Nadie puede querer al Caracas más que yo!"

Tomado de Meridiano

 

Hablar de Pompeyo Davalillo es hablar de pasión por el béisbol las 24 horas del día. Después de un tiempo alejado de los diamantes, regresará a la pelota invernal como asistente de manager de Rubén Amaro en las Aguilas del Zulia ("tenemos una gran amistad desde 1956 cuando jugábamos en la American Associaton").

Su principal meta es inculcarle a los peloteros el espíritu de competencia y disciplina. De entrada en el primer entrenamiento de los "aguiluchos" prohibió zarcillos a los jugadores y la puntualidad a la hora de las prácticas: "El respeto es lo primero que debe imperar en un equipo.

Recientemente recibió un homenaje en Puerto Ordaz, junto a David Concepción y Antonio Armas; amén de dirigir par de encuentros entre estrellas del pasado en nuestra pelota.

- ¿Qué te parece este homenaje?
- Soy sortario porque escogí como profesión el béisbol, que tanto me apasiona. Yo digo que el que no quiere el béisbol y las mujeres debe morirse.
- ¿Qué te hace más feliz?
- Estar uniformado, aunque no sea manager. Lo importante es estar en el terreno.

EL "ETERNO" LEÓN

- ¿Qué significa Leones del Caracas en tu vida?
- ¡Qué te puedo decir. Yo nací, crecí y me hice ahí. En este momento nadie puede querer al Caracas más que yo... ni los dueños.
- ¿Cómo ves al Caracas actual?
- Todo ha cambiado hoy en día. Cuando yo jugué en el equipo, tuve la suerte de compartir con hombres que jugaron en el conjunto de los Héroes del 41 y tenían mucha mística como Enrique Fonseca, Luis Romero Petit y toda esa gente... Y había una consigna en el Caracas que decía que podíamos perder con cualquiera, menos con Magallanes... Cuando perdíamos con ellos no podíamos ni reirnos en el dogout. Nos quedábamos dos o tres horas uniformados por la vergüenza de haber perdido con Magallanes. Deportivamente existía una gran rivalidad.
- ¿Y hoy en día?
- Yo veo que si Caracas pierde con Magallanes, a los peloteros no les importa. Y si los magallaneros son los que pierden, tampoco les importa. Ese cariño se ha perdido y el motivo todos lo sabemos: el dinero.
- ¿Cómo recuperar esa mística?
- Eso está muy difícil. Para que Caracas recupere esa mística tiene que venir un hombre que imponga una disciplina y un respeto al fanático, un cariño y amor a los niños aficionados. Antes un Carrasquelito, un Vitico se bajaban del avión para jugar. Eso no sucede hoy en día. Creo que el Caracas se puede recuperar... pero no como lo llevan ahora.
- ¿Quiere volver a dirigirlos?
- Una vez le dije a Oscar Prieto Párraga, quien es mi compadre, que quería dirigir el conjunto y que no me pagara. Me respondió que lo iba a pensar y parece que todavía lo está pensando.
- ¿Amor hasta la muerte?
- Para mi el nombre del Caracas es sagrado. Me lo enseñaron, cuando debuté en el 52, el Mono Zuloaga y Miguel Sanabria, hombres de competencia. Y hasta perdí mi carrera de Grandes Ligas por jugar con el Caracas. Me lesioné en Cabimas frente Gavilanes en un juego del llamado torneo rotatorio en el año 53.
- ¿Cómo fue esa lesión?
- Fue en el estadio "Concordia" y en el séptimo inning. Pegué un hit al left y me fui a segunda, pero se me clavó el zapato y me fracturé el pie y la rótula. Ahí perdí mi carrera de Grandes Ligas. Hasta tenía mi contrato firmado con Washington para el año entrante. Estuvé un año fuera, pero regresé. Sin embargo ya no era el mismo, ya que perdí alcance debido a ese percance.
- ¿Qué recuerdas de tu debut con el Caracas?
- Te voy a explicar como llegué al equipo. Yo había firmado con el Venezuela de Yanesito y cuando le pregunté qué iba a jugar, me dijo que yo estaba prestado para el Caracas. Le dije que eso no era así, porque no había querido firmar con los Leones, porque allí estaban Miguel Sanabria, Luis Oliveros y Alfonso Carrasquel en el infielder. ¿Dónde iba a jugar? De nada me valió la protesta, me prestaron y fíjate que estuve por 31 años con el equipo. Luego me enteré que Yanesito me vendió por cinco mil bolívares.
- ¿Y esa primera vez?
- Estuve practicando el día de la inauguración. Y cuando eran las siete y siete, llegó el difunto Martín Dihigo, manager de ese primer club, y me dijo que estaba en el line-up, pero debía quitarme el bigotito que tenía. Me metieron obligado, porque en el contrato que había firmado con Yanesito, exigí jugar los cinco primeros juegos. Y el Caracas me respetó el convenio.
- ¿Alguna presión ese día?
- Imagínate. Era el primer juego de los Leones y me tocó jugar la tercera base. El estadio estaba a reventar, pero yo venía de representar a Venezuela en varias competencias internacionales. Yo ya había peleado con el público en Nicaragua, Argentina, Cuba y México.Yo estaba hecho y la fanaticada no me afectaba... El primer batazo me lo dieron a mí, tiré a primera y me apludieron. Lo cierto que ese día me fui de 4-1 y me robé una base.
- ¿Y qué pasó luego de quinto partido?
- En el sexto me sentaron, ya que habían cumplido con el convenio. Y anota esto: de los cinco en los que participé, ganamos cuatro. Y en los próximos seis que realizaron sin mi, perdieron cuatro. El público y la prensa protestaron y me pusieron a jugar. Esas son las cosas del béisbol... Y hasta el año 63 en el que me retiré, fui regular con el Caracas.

DEBUT Y DESPEDIDA

Cuando debutó en la gran carpa el primero de agosto de 1953 con los Senadores de Washington, Pompeyo fue el cuarto venezolano en hacerlo y el primer zuliano. Era difícil jugar en Grandes Ligas en esa época. Eran menos equipos, pero yo cumplía una excelente temporada en clase B. Tenía buena velocidad, buen brazo y manos seguras, pero mi estatura no era como para tercera base, por lo que me hicieron shortstop. Ellos no me llamaron para jugar mucho, sino para que fuera conociendo la liga".
- ¿Qué recuerdas de ese primer partido?
- Mi primer juego fue casualmente contra los Medias Blancas de Chicago, que tenían a Carrasquelito. Pete Runnels se lesionó y entré en el séptimo acto a jugar el campocorto. Estaba pitcheando Billy Pierce y en mi primer turno me ponchó.
En total, en su año debut, bateó para .293 (58-17) en 19 partidos, con un doble, dos impulsadas, diez anotadas y una base robada: "Por cierto hoy en día existen grandes discusiones sobre el robo de home por Roger Cedeño. El primer venezolano que se robó el home en grandes ligas fui yo. Y lo hice ante Bob Feller de los Indios de Cleveland".
Luego vino la citada lesión en Cabimas y el año inactivo. Sin embargo logró jugar ocho temporadas más en AAA, inclusive legendarios años con los Sugar Kings, novena que estaba asentada en Cuba ("donde me querían y quieren mucho"). Terminó su carrera en México. Otra serie de lesiones mermaron sus condiciones físicas y a los 33 años colgaba el guante, el bate y los spikes.
- ¿Costó mucho decir adiós?
- Siempre he pensado que lo último en la vida es llegar a dar lástima. Pifiar ese rolling que antes dominabas con facilidad; o saber que ya no le puedes batear a un pitcher, al que antes le dabas con todo, eso es dar lástima. Me retiré y en México tuve mi primera oportunidad como manager, cuando dirigí al Salamanca....Y aquí estoy todavía.

¡Águilas paencima!

"Díganle a la fanaticada de las Aguilas del Zulia, que esta temporada van a ver al verdadero equipo rapaz"; acotó antes de continuar la entrevista. No puede ser de otra manera, ya que le volvimos a tocar el tema de dirigir un equipo: "La gerencia, Rubén Amaro y yo vamos estar arriba de los jugadores, para crearles la mentalidad competitiva y ganadora, porque el Zulia tiene que ganar. Al zuliano le gusta competir y ganar".
- ¿Qué deben mejorar las Águilas?
- El pitcheo y el outfielder.
- ¿El Caracas de todos los tiempos para dirigir?
- Si me tocara escoger tendría a John Roseboro como catcher; en primera a Ken Harrelson; en segunda a Jesús Marcano Trillo y apartando a Pete Rose; en tercera a Stanley Josh; en el campocorto a Alfonso Carrasquel y Luis Aparicio, quien también jugó para el Caracas; en el outfielder César Tovar, Víctor Davalillo y Mateo Alou. En pitcheo no puedo olvidar a un Emilio Cueche, a un Carrao Bracho, a Diego Seguí y Luis Tiant. Sería un equipo difícil de ganárselo.
- ¿Y Armas y Baudilio Díaz?
- Sé que mi escogencia traerá polémica, pero si me piden un equipo sólo de criollos estarían Baudilio, Antonio y Gonzalo Márquez.
- ¿El pelotero más completo que has visto?
- Como bateador a Ted Williams. Como pelotero pelotero a Jackie Robinson, Mickey Mantle y Willie Mays.
- ¿Y de los criollos?
- A veces me preguntan si entre Vidal López y Vitico, con quién me quedo yo, digo que con los dos porque los considero los mejores de todos los tiempos. Respeto lo que piensen los demás.
- ¿Quieres volver a dirigir?
- Quisiera y espero que me ayuden los periodistas a terminar mi carrera con el Caracas.
- ¿Pero si te tocara un equipo perdedor?
- No importa, porque cuando tú tienes a un equipo que nadie le da chance, no tienes compromiso. Lo valioso es que tú ganes con ese equipo, como le pasa actualmente al Minnesota. Fácil es ganar con Atlanta, Magallanes, Lara y los Yankees.
- Y en un equipo ideal venezolano de todos los tiempos, ¿cómo quedaría Pompeyo?
- Como suplente de infielder. (risas)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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