Lesiones
producidas por el deporte
En
algunos países, las lesiones producidas por el deporte son muy
frecuentes. Los principios de la medicina deportiva pueden aplicarse al
tratamiento de muchas lesiones musculosqueléticas, que pueden ser
similares a una lesión durante una actividad deportiva, pero debidas a
una causa distinta. Por ejemplo, el codo del tenista puede ser debido a
la acción de cargar una maleta, atornillar, o abrir una puerta
atascada, y una rodilla del corredor puede deberse a la acción de rotar
excesivamente el pie hacia dentro al caminar (pronación).
Causas
Una lesión producida por el deporte se debe a métodos de
entrenamiento incorrectos, anormalidades estructurales que fuerzan
ciertas partes del cuerpo más que otras y debilidad de los músculos,
tendones y ligamentos. El desgaste crónico es la causa de muchas de
estas lesiones, que resultan de movimientos repetitivos que afectan a
tejidos susceptibles.
Métodos
de entrenamiento incorrectos
La mayoría de las lesiones musculares y articulares se deben a métodos
de entrenamiento incorrectos. La persona no permite una recuperación
adecuada al cabo de un período de entrenamiento, o bien no interrumpe
el ejercicio cuando aparece el dolor.
Cada vez que se fuerzan los músculos en un entrenamiento
intensivo, algunas fibras musculares se lesionan y otras consumen la
energía disponible que ha sido almacenada en forma de glucógeno. Se
requieren más de dos días para que las fibras sanen y para reemplazar
el glucógeno. Debido a que únicamente las fibras no lesionadas y
adecuadamente alimentadas funcionan de modo apropiado, los períodos de
entrenamiento intensivo muy seguidos requieren, finalmente, un trabajo
comparable por parte de una menor cantidad de fibras sanas, aumentando
la probabilidad de lesiones. En consecuencia, se pueden prevenir las
lesiones crónicas dejando un intervalo de al menos 2 días entre los
períodos de entrenamiento intensivo, o alternando los que fuerzan
diferentes partes del cuerpo. Muchos programas de entrenamiento alternan
un día de entrenamiento intensivo con uno de reposo (como hacen muchos
levantadores de pesas) o con un día de entrenamiento ligero. En el caso
de un corredor, éste puede correr a un ritmo de 5 minutos/1,5 km un día
y a un ritmo de 6 a 8 minutos/1,5 km al día siguiente. Si un atleta se
entrena dos veces al día, cada ejercicio intenso debe seguirse al menos
de 3 ejercicios menos enérgicos. Sólo los nadadores pueden practicar
todos los días ambos entrenamientos, el enérgico y el ligero, sin
lesionarse. La fuerza de ascenso del agua les ayuda a proteger sus músculos
y articulaciones.
El dolor que precede a muchas lesiones por desgaste se presenta
por primera vez cuando un número limitado de fibras del músculo o del
tendón comienzan a desgarrarse. Interrumpir el ejercicio a la primera
señal de dolor limita la lesión a dichas fibras, dando como resultado
una recuperación más rápida. Continuar haciendo ejercicio mientras se
siente dolor produce el desgarro de una mayor cantidad de fibras,
extendiendo la lesión y retrasando la recuperación.
Anormalidades
estructurales
Las anormalidades estructurales pueden hacer que una persona sea
propensa a una lesión deportiva por el esfuerzo desigual de varias
partes del cuerpo. Por ejemplo, cuando las piernas son desiguales en
longitud, se ejerce una fuerza mayor sobre la cadera y la rodilla de la
pierna más larga. Habitualmente, correr por los lados de caminos con
terraplenes tiene el mismo efecto; pisar repetidamente con un pie la
superficie un poco más elevada aumenta el riesgo de dolor o lesión en
ese costado. La persona que tiene una curva exagerada de la columna
vertebral puede sentir dolor de espalda cuando hace girar un bate de béisbol.
Por lo general, el dolor desaparece cuando se interrumpe la actividad,
pero recurre cada vez que se alcanza la misma intensidad de ejercicio.
El factor biomecánico que
causa la mayoría de lesiones del pie, de la pierna y de la cadera es la
pronación excesiva (una rotación de los pies hacia dentro después de
entrar en contacto con el suelo). Cierto grado de pronación es normal y
evita las lesiones dado que ayuda a distribuir la fuerza en todo el pie.
Sin
embargo, la pronación excesiva puede causar dolor del pie, la rodilla y
la pierna. En personas que tienen una pronación excesiva, los tobillos
son tan flexibles que el arco de los pies toca el suelo mientras caminan
o corren, dando la apariencia de pies planos.
Un corredor con pronación excesiva puede sufrir dolor de las
rodillas cuando corre largas distancias.
El problema contrario, la pronación escasa, puede ocurrir en las
personas que tienen tobillos rígidos. En estas personas, el pie parece
tener un arco muy elevado y no absorbe bien el impacto, aumentando el
riesgo de producir pequeñas grietas en los huesos de los pies y las
piernas (fracturas por sobrecarga).
Debilidad
de músculos, tendones y ligamentos
Los músculos, los tendones
y los ligamentos se desgarran cuando se someten a esfuerzos superiores a
su fuerza intrínseca. Por ejemplo, pueden lesionarse si son demasiado débiles
o rígidos para el ejercicio que se está intentando practicar. Las
articulaciones son más propensas a las lesiones cuando los músculos y
los ligamentos que las sostienen son débiles, como sucede después de
un esguince. Los huesos debilitados por la osteoporosis se pueden
fracturar fácilmente.
Los ejercicios de
fortalecimiento ayudan a prevenir las lesiones. El ejercicio regular no
aumenta ni refuerza la musculatura de forma significativa. El único
modo de fortalecer los músculos es ejercitarlos contra una mayor
resistencia de forma progresiva, como practicar un deporte cada vez más
intenso, levantar pesas cada vez mayores, o usar máquinas especiales de
fortalecimiento. Los ejercicios de rehabilitación para fortalecer los músculos
y los tendones que ya están sanos se hacen, generalmente, levantando o
presionando contra elementos resistentes, en series de 8 a 11
repeticiones, en días alternos como máximo.
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