el socio
por sergio salazar
CAPÍTULO I
El veinte de Julio de 1.969 hubo acontecimientos que nunca habían
sucedido en la casa de los Castillos. A raíz de la llegada del primer hombre a
la luna, en la casa de Jacky se encontraban dos viejas y solteronas vecinas que
no tenían televisor y no querían perderse el gran acontecimiento mundial. Casi
nunca entraba nadie extraño a la casa, y lo otro fuera de lo común, fue que Ana
María olvidó cerrar tras de sí, la puerta del sótano después de llevarle la
charola con comida a Jacky[1].
Desde que él
recuerde, siempre escuchaba las llaves, el track del cerrojo al abrir, la luz
incandescente inundando el pequeño sótano cuando se abría la puerta, tenía que
cerrar los ojos mientras se acostumbraban sus pupilas a la tenue luz que
suministraba el único bombillo del cuarto, el sonido de la charola sobre el
taburete, y luego, nuevamente el sonido de las llaves y del cerrojo, pero en
esta oportunidad no se oscureció el cuarto, ni se escuchó el cerrojo. Por un
buen rato Jacky se quedó contemplando todo lo que él conocía por tacto, pero
nunca con color. Y le gustó.
Le gustó la
luz, antes la odiaba porque lo enceguecía, ahora porque enseñaba. Luego se
acercó a la puerta no para escapar, sino por curiosidad, quería saber que había
detrás de esa pequeña y oscura puerta, la abrió completamente y salió, a lo
lejos se escuchaba la voz de alguien que él no conocía, sintió frío y corrió a
su cama y cogió la frazada con la cual había obtenido calor toda su vida, se
rodeó con ella y salió nuevamente a la luz.
Se encontraba
en lo que sería la cocina de la casa, en esos minutos Jacky obtenía tanta
información y veía tantas cosas nuevas, que se sintió aturdido. Notó que su
piel no era del mismo color que el de su cabello, el cual le llegaba a las pantorrillas,
un millón de cosas aprendió en casi quince minutos que estuvo inmóvil en el
centro de la cocina.
La misma voz
seguía escuchádose a lo lejos. Empezó a caminar y recorrió toda la cocina, todo
lo que podía agarrar lo tomaba, lo veía y lo volvía a colocar exactamente en el
mismo lugar, a pesar de que toda la casa permanecía en constante desorden, a
Jacky le gustaba todo lo que veía y no quería cambiarlo. Llegó hasta asomarse
en la ventana y logró ver el traspatio de la casa, no supo como salir.
Después de ver
en detalle todo lo que la cocina ofrecía, decidió seguir la voz. Al cruzar el
corto y oscuro pasillo lleno de puertas a ambos lados, llegó a la sala
recibidor de la casa, en ella se encontraban cinco personas inmóviles de
espaldas viendo una caja de luz, la voz se seguía escuchando pero no parecía
ser de ninguna de las personas presentes en la sala, catorce años de moverse
silenciosamente en el sótano para no molestar a sus hermanas, le permitieron
moverse por la sala sin llamar la atención, esto aunado al hecho de las
atontadas mujeres estaban viendo a Neil Amstrong caminando de manera graciosa
en la luna.
Recorrió casi
toda la casa y en todos los cuartos, se asomaba a las ventanas que daban al
exterior, quería salir.
Salir, era lo
que siempre le decían que no podía hacer. Hasta ese momento Jacky no supo que
sus hermanas le estaban prohibiendo algo agradable, salir, era desde ese
momento lo que él quería.
Sabía que sus
hermanas y su mamá no se lo permitirían, entonces regresó a su cuarto y tomó el
palo en forma de garrote, que se encontraba debajo de su cama. Recordó que una
vez jugando en su cuarto, le pegó a su hermana accidentalmente cerca de la
oreja cayendo inconsciente por unos minutos, minutos en los cuales ella no le
gritó, ni le golpeó.
Listo, ya tenía
un plan, si les golpeaba un poco mas fuerte él podría salir por mas tiempo.
No hubo ningún
orden al llegar a la sala, le dio el primer garrotazo certero, efectivo y
mortal a la que se encontraba mas cerca la cocina, tomó cuatro segundos en ”dormir”
a las cinco mujeres, los cinco golpes fueron exactamente en el mismo lado y
lugar donde “durmió” a su hermana tiempo atrás. La sorpresa y el horror impidió
a la última de las mujeres gritar, quien en cuestión fue la única en notar lo
sucedido. Absolutamente todas murieron en el acto.
Terminado esto,
se quedó viendo y escuchando la caja de luz.
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El padre de
José Angel, abandonó a su familia antes de que Jacky naciera, a decir verdad,
su padre nunca supo que tendría un tercer hijo, porque al abandonarlas, habían
pasado catorce años desde el último parto de su esposa.
Ana María
contaba con dieciséis años y Mariana con catorce cuando Jacky nació. El dolor y
terror causado por el padre a su esposa y a sus hijas, lograron en ellas el
mayor odio y repudio hacia el género masculino, y en ausencia de él, Jacky
cargó con toda la culpa y sufrió las consecuencias. No salió del sótano de su
casa en quince años, nunca vio televisión, es decir nunca tuvo contacto con el
mundo exterior, y por su falta de actividad física, conservó un cuerpo pálido y
frágil y para colmo siempre lo trataron como una niña hasta tal punto que
orinaba sentado.
Lo anterior, no
trata de justificar la actitud y el comportamiento posterior de Jacky, lo que
trato de decir, es que no es un resentido social o un loco traumatizado, sino
que simplemente se desarrolló en un ambiente hostil, en donde su crecimiento
fue sencillamente normal, considerando su entorno. Si un ser humano nace, crece
y se desarrolla en el agua, seguramente no sabrá caminar en tierra firme. Esta
analogía trata de explicar que Jacky no sabía lo que era el bien o el mal,
solamente asimiló lo que había alrededor.
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Había terminado
la transmisión mundial de la llegada del hombre a la luna, pero aún así, Jacky,
permaneció muchas horas sentado frente al aparato. Al asomarse nuevamente por
una de las ventanas de la sala, notó que todo estaba oscuro, corrió hacia el
sótano, cerró la puerta y se durmió en su cama. Ese día durmió mas de lo
acostumbrado, no se escuchó el ruido de las llaves ni del cerrojo, el hambre lo
despertó, y decidió salir.
Recorrió
nuevamente la casa, y esta vez entró a todos los cuartos, pero al llegar al de
la mamá, se quedó asombrado de lo grande e iluminado del mismo. Una de las
cuatro paredes estaba desde el techo hasta el piso totalmente forrada de
fotografías, y la otra desde el techo a la altura de su ombligo, había miles,
quizás cientos de miles, Jacky sabía leer y escribir perfectamente y tenía una
extraña relación y habilidad con los números.
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Jacky aprendió
a leer y a escribir accidentalmente cuando Mariana jugaba a la maestra con él,
a escondidas de su madre. Lo hacía no por ninguna razón fraternal, sino que su
hermana mayor era muy aburrida y amargada, en cambio Jacky, no decía nada,
solamente se limitaba a asentir con la cabeza, como ella le había enseñado.
Mariana hubiese sido sin duda, una excelente maestra, a sus veintidós años,
obtenía altísimas calificaciones, en la universidad, donde estudiaba educación
especial, después de todo, podía practicar todos los días con Jacky en casa.
Desarrolló una
extraña capacidad de medición del tiempo, esto aunado con el gusto por los
números, logró descifrar, por la velocidad de los pasos o frecuencia de los
mismos, quien era la persona que le estaba llevando la comida, ya que todas
usaban el mismo calzado de madera en la casa, o por lo menos sabía, cual era su
estado de ánimo, informaciones estas que le permitían saber a que atenerse
cuando abrieran la puerta del sótano.
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En todas las
fotografías estaba su madre, sola, con sus hermanas, con varias personas, con
muchas personas, con otra persona que tenía pelos en la cara, pero siempre
estaba su madre. Todas las fotos tenían el mismo tamaño y estaban colocadas
exactamente como una pared de ladrillos. Jacky quiso verlas todas, pero no
había en el cuarto nada para poder ver las que se encontraban cerca del techo.
Aún con su escasa capacidad de raciocinio consciente, le permitió determinar
que todas esas fotos habían sido tomadas con un día de diferencia, al
percatarse de ello, se dirigió a la pared que no estaba cubierta en su
totalidad y notó que la ropa que tenía su mamá en la última foto de la línea,
era la misma que tenía puesta pocos días atrás, al llevarle la charola al
sótano.
Se acercó a la
gran mesa pegada a la pared, con un espejo de tres partes, en la cual salía la
madre peinándose en una de las fotos. Tomó el mismo cepillo de la foto, le mesa
tenía muchos; se sentó en la silla y colocó el cepillo en la misma posición que
tenía la madre en la foto. Es increíble que en las miles de fotos que vio Jacky
casi de una pasada, haya recordado todos los detalles de una de ellas, puede
pensarse que catorce años de no haber practicado esa capacidad de retención, le
permitan ser casi como una esponja nueva y seca, absorbiendo una gota de agua.
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Al terminar el
veintiuno de julio, Jacky, se había cortado el pelo, peinado, pintado las uñas
y vestido con las ropas que encontró en el cuarto de su hermana mayor, y
mientras no se estaba arreglando, se quedaba viendo la televisión.
Ninguna de las
cinco mujeres muertas en la sala, serían a la larga extrañadas de sus trabajos
o en el caso de las vecinas, de sus hogares.
Jacky seguía
viendo la televisión, que era lo único que le ofrecía cosas interesantes de
toda la casa, no sabía como se prendía o se apagaba, pero de las 12:01 a.m.
hasta las 06:00 a.m. dormía, duró tres días con esa actividad, hasta que el
hambre se le agudizó.
Después de
muchas horas viendo la t.v., conocía la utilidad y el uso de cada uno de los
artefactos de la cocina, del baño, del garaje e inclusive probó y logró apagar
y prender el televisor, con todo eso seguía teniendo hambre, ya se había
percatado de que las mujeres de la sala no despertarían, porque se encontraban
“muertas”.
Pudo cocinar.
Intentó prepararse ciertas bebidas, se emborrachó y no le gustó. Todo esto lo
consiguió gracias a la t.v., también aprendió que lo sucedido en la sala con
las cinco mujeres era malo, aunque no sabía para quién.
CAPÍTULO II
Jack[2]
apagó el cigarrillo, tomó el teléfono, marcó un número y mencionó su nombre,
escuchó unos segundos y diciendo – voy -, colgó el auricular. Encendió su Chevy
del 56 que se encontraba en el garaje cerrado de la casa, el Chevy, contaba con
una carrocería poco llamativa pero con un motor construido y ajustado para
cualquier requerimiento de velocidad.
Entró
nuevamente a la casa dejando el motor encendido y tomó una ducha, se rasuró,
terminó de tomar su café expreso y salió de su casa, presionando el interruptor
que cierra la puerta del garaje.
Rodó en dirección norte durante unos pocos minutos, luego girando
ciento ochenta grados entró a la calle Apamate y enfiló su vehículo hacia la
mansión del Doctor Marques, presionó el intercomunicador, dio su nombre y entró
al abrirse el gran portón de la entrada. La casa del doctor quedaba a escasas
ocho cuadras de la de Jack, pero toda la maniobra de llegar en una dirección
diferente a la real y el exceso de calentamiento del Chevy, pretendía eliminar
la posibilidad de que se supiera de donde venía.
El doctor lo
esperaba como cada mes, en la entrada de la lujosísima casa de 7 mil metros
cuadrados que ocupa la construcción de principios del siglo pasado, cuatro
hectáreas de pastos decoraban la zona circundante, esta hermosa propiedad no
había sido heredada, ni pertenecía a la familia Marques, el doctor, la adquirió
con sus propios medios, tres años atrás, dos años después de conocer a Jacky.
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En la sala de
emergencias del hospital municipal de Resguardo, entró una jovencita con claros
indicios de haber sido arrollada. Tenía ambas piernas rotas, los dedos de la
mano izquierda destrozados, el hombro izquierdo fracturado y perdía mucha
sangre por una profunda cortadura en el antebrazo derecho. El doctor aplicó los
primeros auxilios para luego internarla en un cuarto individual del hospital.
Solamente el
doctor y dos enfermeras que se encontraban de guardia, notaron que la
vestimenta del accidentado era de mujer, pero solamente el doctor notó que se
trataba de un niño de unos trece años. Las dos enfermeras regresaron a sus
hogares mientras el doctor, doblo su guardia a fin de descifrar ese extraño
caso de trasvestismo en un niño de trece años.
Esperó a que
alguien reclamara al niño, pero la espera fue en vano, así que decidió esperar
a que recobrara la consciencia. Seis horas luego del accidente, Jacky despertó
y lo único que dijo fue – tengo hambre – y luego volvió a desmayarse. A las
nueve horas del ingreso de Jacky al hospital, y justo antes de terminar su
guardia, el médico le dio de alta, llevándoselo consigo a su casa. Por semanas
el doctor alimentaba y cuidaba de Jacky, atendía sus heridas y le hablaba sin
obtener respuesta. La impaciencia y la desesperación de estaban apoderando del
médico, hasta que decidió poner en marcha el plan que venía hilvanando desde
tiempo atrás.
Cuando el doctor regresó del hospital, al segundo día de que Jack no recibía comida, lo encontró en el piso desmayado, como a tres metros de la cama, con las viejas heridas sangrando. Lo volvió a poner en la cama, le dio suero y le realizó nuevamente la cura a las heridas reabiertas. A las dos horas volvió en sí.
.- Tengo hambre.
.- Sé que tiene hambre pero debe decirme
ciertas cosas antes de comer.
.- Tengo hambre.- repitió.
.- Primero quiero que me digas... - comenzó
a decir cuando Jack levantó su torso repentinamente y tomando al doctor por el
cuello con ambas manos, comenzó a ahorcarlo.
Antes de zafarse sintió los dedos de la mano izquierda de Jack crujir,
pero aún así, no aflojó la tensión. Por la debilidad con la que se encontraba
el joven, el doctor logró, sujetando cada muñeca con sus manos, retirarlas de
su cuello, sin lastimarlo.
Jack se mostraba claramente alterado, el médico ofreció traerle comida
si se tranquilizaba, al oír esto, se calmó de inmediato y esperó.
Mientras le preparaba la comida, el hombre se hacía miles de conjeturas
con respecto a la actitud del joven, pero de lo que si estaba seguro era de que
ni su propio dolor lo detendría cuando quería algo. De inmediato no supo si era
o no era meritorio esa actitud, lo que supo es, que para algo de provecho
serviría.
Hay que hacer notar que el doctor no era una eminencia en su rama, ni
mucho menos descendiente de una prestigiosa familia de médicos. Era un
asalariado y como tal, vivía, sin embargo, trataba en lo posible de mantener un
nivel aceptable para con sus antiguos compañeros, pero ello constituía muchos dobles
turnos y por consiguiente, un agotamiento físico y mental, que a veces era
insoportable.
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Era
impresionante ver bajar del Chevy, a aquella imponente rubia de uno ochenta y
cuatro metros de altura. En esta oportunidad venía con un conjunto de seda
verde esmeralda de chaqueta y pantalón, con un gran sombrero negro que impedían
ver sus enormes ojos, del mismo color del traje.
El doctor
bajaba como siempre, las pocas escaleras hasta llegar al vehículo, para
acompañar a la extraña visitante al interior de su casa. Ese día, la mansión de
Rubén Marques, estaba completamente sola, sin la servidumbre, ni su
chofer-guardaespaldas de confianza, sola como todos los días siete de cada mes,
sola como cada vez que Jacky iba a visitarlo.
Todos los
vecinos conocían la relación del doctor y la exuberante y desconocida rubia,
todos en silencio perdonaban y envidiaban al médico por pagarse mensualmente un
gusto de cinco estrellas. En pocas palabras la relación profesional del médico
y la prostituta, no pasaba de dos minutos de conversación de salón al mes. La
estrategia era perfecta, nunca se enterarían que la relación profesional que
existía, era de intermediario y asesino.
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Curado Jacky de
todas sus heridas, comenzó con los ejercicios de rehabilitación. En todo este
proceso de cinco meses, el joven adquirió la tonalidad muscular que carecía.
Paralelamente el doctor pudo obtener ciertas respuestas como que se llamaba
Jacky, que acababa de cumplir quince años y que era huérfano. Todo encajaba, lo
del mal cálculo de la edad, era debido a que el cuerpo de un joven que no tiene
actividad física es diferente a uno que si lo tenga, ahora si aparentaba el
cuerpo de uno de quince, pero conservaba rasgos y gestos femeninos.
El doctor no
hizo mas doble turno, mas bien salía de su guardia antes de tiempo a fin de
cuidar de Jack. Se hizo experto cocinero de exquisitos y variados platos
internacionales, Jack agradeció esto infinitamente, ya que su paladar se estaba
haciendo más exigente.
Es extraño que
una necesidad del ser humano, se pueda refinar y aún seguir siendo un
requerimiento básico, me refiero específicamente al comer. El ser humano
necesita comer para vivir, pero Jack tenía que comer como un gourmet para
vivir, en ambos casos, harían cualquier cosa por obtener el alimento, y el
doctor lo sabía perfectamente.
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El primer
cliente llegó con disparo en la rodilla. En esos casos, el hospital debe
notificar a las autoridades el incidente, pero el doctor Marques esperó.
.- Dígame señor Rodríguez, como sucedió esto.-
preguntó mientras retiraba los restos de la bala alojados en su rodilla.
.- Sucedió mientras limpiaba mi arma.-
respondió de mala gana.
.- Humm ya veo.- dijo como no dándole
importancia al hecho, y continuó diciendo- es
extraño, hace tres semanas llegó otra persona con un disparo exactamente en el
mismo lugar donde usted lo tiene... - y guardó silencio.
El herido
esperó impaciente que el doctor continuara hablando, pero este suturó y vendó
la herida. Se disponía a salir de la habitación cuando el herido le tomó por la
manga de la bata y le dijo susurrando. – Está
bien, está bien, me dispararon, ¿qué sucedió con el otro paciente?.
.- Tres días después, lo internaron nuevamente
con un disparo en la otra rodilla.- mintió el doctor.
.- Pero él... ¿qué dijo?.- preguntó
alterado
.- Al principio dijo que había sido un
accidente, luego dijo a la policía que lo querían matar. - siguió
mintiendo. – y al final creo que si lo
mataron.
.- Ese bastardo me va a matar – dijo
llevándose las manos a la cara. – Tengo
que irme de este maldito lugar.
.- ¿Es por asunto de dinero? – inquirió el
médico cerrando la puerta de la habitación.
El potencial
“cliente” asintió con la cabeza.
.- ¿Tiene con qué pagarle, señor Rodríguez?
.- Sólo una parte, le pedí mas tiempo para
reunir el resto y mire como me respondió – dijo señalando la rodilla con
ambas manos.
.- ¿Cuánto tiene? – Preguntó el doctor
mostrando interés.
.- Un momento, ¿No son muchas preguntas? ¿Qué
es lo que quiere?
.- ¿Cuánto tiene? – Esta vez preguntó de
manera conciliadora. – Creo poder
ayudarle.
.- Si y ¿Cómo?
.- Si me dice cuanto, le diré como.
.- Setecientos mil bolívares. – Confesó.
.- Vaya a esta dirección a las 7 p.m. y allí
hablaremos. – Dijo esto entregándole un papel y saliendo de la habitación.
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El señor Pino,
siempre se reunía en un club privado al este de la capital, a jugar cartas.
Casi nunca se le veía solo, siempre acompañado por dos o tres guardaespaldas.
.- Señor.- habló el mesonero en voz baja,
acercándose a la diestra de Pino- hay una
jovencita afuera que dice que lo conoce y que quiere hablar con usted.
.- ¿Tú la conoces?
.- No señor, nunca la había visto.
.- Marcelo, - habló sin separar la
vista de sus cartas – ve a revisar.
Marcelo, el mayor de los tres guardaespaldas, se levantó pesadamente y
salió con el mesonero.
A pesar de la
altura, de su muy cuidado maquillaje y de su excelente vestido, Marcelo se
percató que la joven en cuestión no había alcanzado la mayoría de edad. Con un
ademán, le indicó al mesonero que permaneciera en donde se encontraba, se
acercó al oído de la joven y le preguntó que ¿qué quería?
.- ¿Es usted el señor Pino? – Preguntó sin
verlo a la cara.
.- No. Soy su asistente. ¿Quién eres tú?
.- Vengo a pagar una deuda. – Dijo aún sin
mirarlo.
Marcelo se separó como un metro de la monumental joven, la miró de pies a cabeza, en sus pensamientos, maldijo a su jefe por su “suerte”, y luego ofreciendo su brazo a la joven, acompañó a la misma al interior del club, Marcelo le hizo un gesto al mesonero para que se acercara y le solicitó el “privado” por un par de minutos.
.- Antes de ver la señor Pino, debo revisarte... tú
sabes... – dijo en tono un poco tímido.
Entraron al
“privado” y Jacky le entregó su bolso, se quitó el sombrero y se dispuso a
quitarse el vestido, cuando Marcelo, sudando copiosamente, le pidió que se
detuviera, no era necesario. Le entregó sus cosas, esperó a que se ajustara el
sombrero en el espejo y luego salieron. Lo que ignoraba Marcelo, que antes de
que cayera el vestido al piso, seguramente, él estaría muerto.
Ingresaron a la
sala de juegos y esperaron en silencio, había que esperar a que terminase la
mano. Seis personas había en ese lugar cuando Jack entró, pensó que tal vez,
tendría problemas.
Antes de
terminar la mano, Jack sintió la lasciva mirada del regordete Pino, este dejó
sus cartas sobre la mesa acercándose a Jacky le preguntó...
.- ¿Quién eres?.
.- Busco al señor Pino. – Dijo en tono neutro.
.- Te pregunté que ¿quién eres?. – Comenzaba a
perder la paciencia.
.- Solamente hablaré con el señor Pino.
.- Muy bien, yo soy Pino. Y ahora, ¿quién eres tú?. – Dijo
acercándose a escasos centímetros de su cara.
.- Me llamo Jacky y vengo de parte del señor
Rodríguez. – Los dos guardaespaldas se levantaron inmediatamente y se pusieron
alerta, Pino se alejó instintivamente, dando muestras de rabia.
Solicitó al par
de contendientes del juego de cartas que lo esperasen afuera, luego que
salieron, encaró nuevamente a Jacky...
.- Que quiere ese desgraciado, ¿traes el dinero que me debe?. – Dijo esto haciendo un gesto hacia Marcelo, el cual le respondió con la cabeza, indicándole que ella no traía dinero.- o te está enviando como parte de pago.
Al decir esto,
Pino se acercó para tocarla. Antes de intentar nada, Pino se llevó ambas manos
hacia el cuello con los ojos casi fuera de sus órbitas, no pudo gritar por
tener el cuello y la garganta cercenados. Con un rápido movimiento, los dos
guardaespaldas también cayeron de la misma manera, Marcelo apenas pudo tomar el
arma que se encontraba en su sobaquera, cuando Jack ya le había colocado el
bisturí en su cuello, Marcelo no terminó de sacar el arma y lentamente saco su
mano del traje. Cuando iba a tratar de decir algo, Jack le clavó ambos bisturíes
en el corazón, murió casi instantáneamente. Consideración que le tuvo, por
haber sido amable con él.
Limpió los
bisturíes y los volvió a colocar en el sombrero, ya que servían de sujetadores
del mismo. Salió de la sala, y le dijo al mesonero que no entraran hasta que el
señor Pino le llamase, se dio media vuelta y desapareció del lugar.
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.- Bienvenida a mi casa.- dijo
ofreciéndole un trago.
Aún conociendo
el sexo de Jack, el doctor, seguía tratándola como una dama, cinco años con la
farsa, le habían resultado a la perfección.
.- Hice traer de tu restaurante favorito, una
langosta a la “noseque”, huele exquisito, espero que sea de tu gusto.- continuó
diciendo el doctor, avivando el mechero que mantenía caliente la charola con la
referida langosta.
.- Excelente.- comentó sirviéndose otro
trago.
.- Este es grande Jacky, muy grande.- se dejó caer
pesadamente en una silla bastante preocupado.- Aún no he hecho el trato, porque quise consultártelo primero.
.- Escuchemos.- dijo sin mostrar ninguna
preocupación y sirviéndose un buen trozo de la humeante langosta.
.- Recuerdas que hace un par de años, detuvieron, enjuiciaron y encarcelaron al gran capo de la droga de Cali, José Leonardo Pinzón.
.- Hum...jú.- dijo moviendo afirmativamente la cabeza, con la boca totalmente repleta de comida.
.- Bueno, no sé si sabes que lograron encarcelarlo, gracias a que su lugarteniente Mujica lo delató...
.- Y Pinzón quiere matarlo.- interrumpió.
.- No, es Mujica quien quiere matarlo.
.- Ya veo... sabe que Pinzón no descansará hasta
verlo colgado por los testículos.- Jacky conocía perfectamente
la práctica de los narcos contra los soplones.- Mujica está “clarito”.
.- Quienes no serán inteligentes, seremos nosotros
si aceptamos el caso.- dijo preocupado el doctor.
.- Mi querido Rubén, sabe perfectamente que si algo
me llegara a pasar, no existe ningún indicio que le relacione conmigo.- y sin
retirar la vista de la langosta, continuó.-
morir no me preocupa, lo que preocupa es vivir bien... y eso cuesta dinero,
solamente se hacer una cosa para obtenerlo... ¿Dónde es el trabajo?
.- En Miami. Toma esta tarjeta, busca a Danilo, él
te dará todo lo que necesites y te dirá donde encontrar a Pinzón.- se levantó a
prepararse un trago.- Después de esto no
lo necesitaremos mas.- refiriéndose a Danilo.
.- Conociendo las personalidades involucradas y su
importancia, espero que el precio valga la pena. – Dijo como restándole
importancia al detalle en cuestión.
.- Treinta y cinco mil dólares. – Se sirvió
otro trago, mostrando tranquilidad.
.- No sé cuanto te estará ofreciendo Mujica, pero
quiero setenta mil por el trabajo.- puntualizó.
.- Bueno, déjame hablarle.- refunfuñó.
.- De acuerdo, llámame el siete del mes entrante...
.- No, Mujica quiere el trabajo ya, no creo que esté
dispuesto a esperar otro mes.- Dijo el doctor nerviosamente.
.- Setenta mil o no hay trato.- se tomó un
sorbo de vino, secó sus labios y se dispuso a salir de la estancia.
.- De a cuerdo, serán setenta mil entonces.- aceptó
derrotado el doctor
Una alarma
interna estremeció a Jack. Desde aquel primer trabajo del club del este, Jack
sabía que el doctor le pagaba la mitad de lo que cobraba, sin embargo, no le
molestaba, ya que el médico le había enseñado las cosas buenas de la vida y
como obtenerlas, pero de prescindir de su parte del pago, eso nunca, algo
estaba mal.
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Al retornar
Jack de aquel club donde asesinó al gordo Pino, Rubén le pidió que se cambiara
para irse a encontrar con su cliente.
Había que
cobrar el trabajo realizado. Además, explicó que era muy peligroso dejar al
cliente con vida ya que el trato se había realizado personalmente en el
hospital, y en este tipo de negocios, no es muy recomendable que le vean la
cara y menos que sepan donde trabaja.
Jack se encontró con el cliente en una cafetería que quedaba a dos cuadras del hospital donde trabajaba el doctor. En esta oportunidad la vestimenta de Jack, había bajado notoriamente su nivel, en este trabajo, siempre dice el doctor, nunca se debe llamar la atención. El cliente sorprendido por la imponente jovencita, no le prestó mucha importancia cuando ésta, le sugirió salir al callejón contiguo para efectuar el pago.
Jack contó rápidamente el dinero, se lo guardó en el bolsillo y poniéndose de pie frente al cliente le dijo.- Falta dinero.
.- Si, yo sé, faltan cincuenta mil.- dijo
sin ningún asomo de nerviosismo.- Pero
como ya le había dado la mitad a tu papá por adelantado, no creo que se vaya a
molestar por cincuenta mil. – El tono del cliente esta vez era de altanería.
.- Falta dinero.- el futuro se le estaba
acortando al cliente.
.- No lo tengo, cuando me enteré que el puerco de
Pino lo habían matado, gasté ese dinero celebrando el hecho. Además, tu sabes
que no puedo vivir sin deberle a la gente.- Giró sobre sus talones y
se disponía a salir del callejón cuando Jack con un certero golpe en la nuca le
enterró un pequeño punzón en una cervical, destrozándosela y removiéndola de su
lugar. El cliente, cayó de rodillas y luego de cara al piso, ni siquiera se
llevó sus manos al cuello, no porque muriera instantáneamente sino porque había
quedado inmóvil del cuello para abajo.
El médico le
recriminó el hecho de no haberlo matado de inmediato, pero cambiando el tono le
preguntó si había cobrado el dinero.
.- Si.- dijo secamente.
.- Bueno como es tu primer trabajo, quiero que te quedes con todo, para que te compres ropa buena y vayas a un buen restaurante.
Desde aquel
momento se selló el acuerdo no escrito entre Jack y el médico con respecto a
los honorarios de cada uno en la naciente empresa.
El doctor al
ver y estudiar la herida ocasionada por Jack al ex cliente, quien fue recluido
en el hospital donde él trabajaba, sintió un aire de orgullo al ver lo
increíblemente certero de la penetración, si hubiese sido dos milímetros mas
abajo, el paciente hubiese podido hablar. Certero y preciso en donde él le
había enseñado.
CAPÍTULO III
Francisco José
Monteagudo, “Pa” Monteagudo, dejo caer su sexagenario cuerpo sobre el sofá,
donde aún se encontraban cientos de expedientes apilados de alguna manera
organizada. Su manera de trabajar distaba mucho de ser ortodoxa, sin embargo su
récord de casos “satisfactoriamente” resueltos, era casi perfecto. Su manera
paternal y serena de dirigirse a sus compañeros de recinto, bien le valió, que
se refirieran a él de manera respetuosa y amistosa de “Pa”. Los novatos le
dicen señor Pa.
El caso que le
habían asignado, a primera vista, no tenía ninguna complicación. Se tenían
muchos retratos hablados, de diferente estados, diferentes países y diferentes
dibujantes, y el resultado, una excelente descripción de la asesina, edad,
peso, estatura, color de ojos, singulares cicatrices en los nudillos de su mano
izquierda, etc., además en todos los casos, coincidía el nombre dado por los
testigos, Jacky. Claro, el nombre podría ser un alias, y de hecho, estaba
seguro de ello. Se sabe además, que la dama tiene una excelente preparación en
medicina y la anatomía humana, por su manera de manejar los cuchillos. Se cree
también, que tuvo alguna formación militar por su conocimiento en el manejo de
armas y de artes marciales. La dama en cuestión era única, y por lo tanto de
fácil ubicación, pero después de catorce meses de revisar fotos en las
academias militares, en las facultades de medicina, en las escuelas de
enfermerías, de todo el país, empezaron a preocuparse.
En los países del tercer mundo, cuando alguien empieza a matar personas que están involucrados con las pequeñas mafias o con hechos ilícitos, la policía no hace mayor esfuerzo por localizar al culpable, tapando el asunto con “ajuste de cuentas entre bandas”, pero si el muerto resultase un familiar de algún alto dirigente de un partido político, de un militar de alto rango o de una de las familias prominentes de la región, se deben despertar a todos los especialistas, para hallar al culpable y crucificarlo.
En este caso,
el muerto era un adicto altanero, quien había abusado de muchas personas, y de
las que se piensa, una de ellas tomó venganza. Al Coronel Alberto Jiménez, no
le hubiese importado mucho encontrar a su degenerado hijo muerto de alguna
sobredosis, o con una bala en la cabeza; pero cortado en trece partes, de la
misma manera con que se pica un pollo para un “arroz con pollo”[3],
y los pedazos regados en la acera de su casa, era para molestarse.
Definitivamente la gran cacería comenzó, cuando la prensa asomó la posibilidad,
que la acción en si, era en contra del coronel y no de la persona de su hijo.
Monteagudo,
conocía desde hace cuarenta años a Jiménez, sin embargo, desde finales de
bachillerato, Pa y muchos otros compañeros de clases dejaron de tratar a aquel
joven altanero y antipático, a quien lo venía a buscar todos los días, un
vehículo militar.
De una u otra
forma, ambos conocían de la carrera del otro, ya que uno salió en los
periódicos, gracias a una interpelación que sufriera un alto comandante de la
armada, por la compra indebida y sospechosa de pertrechos militares, Jiménez,
quien aún era un militar de bajo rango, formaba parte del círculo de asesores
del comandante y por lo tanto también era interpelado, después de muchas
acciones bajo cuerda, y de mandar a algunos como agregados militares a
diferentes embajadas del mundo, se olvidó el asunto. Por su parte, Monteagudo,
también salió en la prensa por su participación en la incursión exitosa al
avión Venezolano secuestrado en una de las islas del caribe, en compañía del
tristemente célebre López Cisco.
.- ¿Qué le parece Pa?.- preguntó el
jefe de la DIM[4], quien era
mucho mas joven que Monteagudo pero con mas rango.
.- Sabe jefe, estos casos con implicaciones
militares no me gustan, uno se encuentra atado de manos para hacer muchas cosas.- dijo tomando
de uno de los expedientes la foto del hijo descuartizado del Coronel.
.- Recuerde que fue el mismo Coronel quien me
recomendó su actuación en el caso, puntualizando que se le diera lo que
quisiera. Por no ser militar el muerto, él no puede hacer nada, pero de los
civiles, él tiene entera confianza de su capacidad como detective, además me
dio a entender que se conocen.- dejó caer estas últimas palabras
irónicamente.
Desde el
Instituto de Estudios Superiores de la Armada, Pa Monteagudo comparte la
cátedra de criminalística con un abogado, y por sus aulas pasó, diecisiete años
atrás, un inquieto y quisquilloso soldado de nombre Juan Lobatera, después de
su graduación, Lobatera continuó en contacto con el amable y experto detective,
nutriéndose de todo lo que este buen hombre emanaba. En fin, el jefe Juan,
conocía la “amistad” que unía al Coronel con Pa.
.- Si por casualidad encuentro al asesino, ¿qué
hago?.- recostó su cabeza en el sofá sin dejar de mirar al jefe Juan.
.- Bueno Pa, extraoficialmente le pediría que nos
dejase hablar primero con él.- ambos estaban plenamente convencidos que el
asesino era una ella, pero en el argot donde ellos se desenvuelven, se le trata
de esa manera.
.- Solo si me aseguran que me lo regresarán entero.- dijo mostrando
la foto que aún tenía en la mano.
.- Se lo aseguro. Nuestra intensión es asegurarnos
que no exista ningún complot en contra del Coronel. Estamos seguros que al
vagabundo ese lo mataron por abusador, sin embargo debemos asegurarnos.- El respeto que
le tenía a Pa no le permitiría mentirle, aún si el propio coronel se lo
pidiese.
.- De acuerdo, pero necesitaré ciertas cosas.- el jefe Juan
sacó bolígrafo, libreta de notas y poniendo atención, se dispuso a escribir.
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Al retirarse de
la mansión del doctor, Jack extremó las medidas de precaución, algo le
preocupaba. Después de tres horas rodando por la ciudad y otras tantas en las
tiendas comprando ropa, regresó a su vieja casa.
Si alguien la seguía tendría muchos problemas en lograr su ubicación, solamente los de la inmobiliaria, sabía que las casas que se encontraban a ambos lados y la que colindaba en la parte trasera, le pertenecían. Las de los lados se encontraban arrendadas a familias, y la trasera estaba desocupada, esta última se comunicaba con la vieja casa por una puerta al fondo del área de lavandería, en resumidas cuentas, por una casa entraba una elegante dama en un Chevy de color indefinido y por la otra, salía un caballero en un Corvette negro.
Salió de la
ciudad a gran velocidad. Se registró en un hotel del interior con nombre falso,
e inmediatamente solicitó una llamada a Miami para corroborar la existencia del
tal Danilo, no esperaría a llegar al lugar para ubicarlo.
.- Hello Richard, es Jack, ¿cómo estás de tiempo?.- preguntó al
escuchar la voz al otro extremo.
.- Hello Jack, el que necesites.- muchos
negocios hechos por teléfono durante dos años, permitían una conversación corta
y directa.
Le proporcionó
los datos de Danilo esperando que lo llamase en dos horas con la información
solicitada.
Llamó a su
banco y realizó la transferencia del pago a Richard por el “trabajo”
encomendado.
Estaba
intranquilo, llamó nuevamente a su banco, para verificar si ya se había hecho
efectivo el depósito de los setenta mil dólares. Setenta mil dólares, cuanto
estará cobrando el doctor para haberle dejado esa cantidad, o ¿qué se traerá
entre manos?, Al doctor le gustaba el dinero tanto como a él, y por un trabajo
como el asignado, la suma era bastante aceptable, es decir, Jack dudaba que por
el “asunto” hayan ofrecido más que la suma mencionada y si así era, el doctor
no se quedaría con nada. Eso era impensable.
A las 11:32
p.m., el recepcionista del hotel le transmitió la llamada de Richard a su
habitación.
.- El hombre es un pequeño distribuidor la Vizcayne Boulevard, lo extraño es que hace poco lo capturaron con un pequeño cargamento de Crack y duró solamente cuatro días detenido, se dice que vendió a algún compañero para poder salir.
.- ¿Cuándo salió?
.- Ayer en la tarde.
.- Ok Richard, revisa tu cuenta y gracias.
.- Lo haré, espero poder conocerlo algún día.
.- No te lo aconsejo, adiós.
Ahora si estaba
seguro que algo pasaba, ¿por qué el doctor le daría como contacto alguien quien
estuvo preso hace cinco días, y salió precisamente ayer?
Pidió otra
llamada al aeropuerto e hizo reservaciones para el primer vuelo a Miami.
--------------0--------------
La niña era la
hermana perdida de Rambo, nieta de Norman Bates y amiguísima de Jack el
Destripador, pensó Pa, como alguien con tantas facultades no aparece registrada
en ninguna competencia o torneo, ni en ninguna escuela de especialistas.
Alrededor de un
ejercito de doscientas quince personas se encargaron de buscar en los anuarios
de bachillerato de todo el país en los últimos diez años, después se dedicaron
a buscar en la dirección de identificación alguna cara que se pareciera a
Jacky, tanto estas personas como Pa, se conocían el rostro de la joven a la
perfección.
Quinientas y
tantas jóvenes, coincidían con la descripción de Jacky, el trabajo de
descartarlas iba a ser largo y tedioso, claro, si el documento de
identificación contara con un dato importante como el de la estatura, no hubiesen
tardado cuarenta y cinco días en llegar a cuatro sospechosas, quienes reunían
todos los aspectos físicos. Estas últimas también fueron descartadas
posteriormente por diferentes razones.
En resumen, no
tenía nada, Pa tenía en sus manos, cincuenta y cinco expedientes de asesinatos,
cuyo único factor común era la fotografía y el apodo. Treinta y seis con arma
blanca, específicamente bisturíes, doce con una veintidós en el oído izquierdo,
cinco con golpes en la cabeza, los cuales se piensa que se realizaron con un
golpe de karate y el resto, con arma punzo penetrante en la región cervical, la
más cruel de todas.
Casi tres meses
habían pasado desde que el jefe Juan, había hablado personalmente con
Monteagudo, hasta que lo visitó nuevamente.
.- Pase, pase, póngase cómodo y sírvase algo tengo que ir al baño.
La sala se
encontraba exactamente igual que tres meses atrás, los expedientes apilados de
la misma manera, la taza de café a medio tomar sobre el mismo porta-vasos de
madera, y el teléfono inalámbrico aún sobre el pequeño bar del rincón más
lejano de la sala. Observación, una de las cosas que aprendió de Pa. Solamente
difería una pequeña hoja sobre la mesita central de la sala, en la cual se
leían cinco palabras: diestra, uno ochenta y cuatro, cicatrices, mensual y
otro.
Se escuchó el ruido característico del baño e inmediatamente apareció Monteagudo, disculpándose con gestos su necesidad impostergable.
.- Dígame profesor.- Siempre usaba este
apelativo cuando le interesaba una respuesta directa.- ¿Por qué el teléfono tan lejos?.
Pa volteó en
dirección al barsito y sonrió.- ¿tan
lejos de quien? Jefe.
.- Bueno, de usted, de su área de trabajo, se supone
que debería estar sobre esta mesa. O es que no sabe lo que significa
“inalámbrico”. - Dijo irónicamente.
.- Y ¿quién le dijo que yo trabajaba en esta mesa?.- rieron
estrepitosamente.
Después de
calmarse y tomarse un trago, y sabiendo a lo que venía el jefe, Monteagudo
comenzó con la exposición.
.- Todas las acciones que hemos emprendido han sido infructuosas. El personal asignado a mi cargo, pueden ser devueltos a sus comandos originales...
.- ¿Quiere decir que dejará la investigación?.- Hubo mas
extrañeza que preocupación en sus palabras.
.- No jefe. Lo que quiero decir es que ya no es necesario todo ese personal, ellos estaban para cumplir un paso, listo el paso, listo con ellos. De aquí en adelante sigo solo. Dígale al Coronel que el caso es más enredado de lo que pensaba, pero que seguiré trabajando.
.- Y, extraoficialmente, ¿tiene algo?.
Instintivamente
Monteagudo miró el papel sobre la mesa. No lamentó el descuido, confiaba
totalmente en la discreción del Jefe.
.- Claro, hay detalles importantes que debo
explotar.- Dijo a sabiendas que el papel ya había sido leído.
.- Puedo preguntar, ¿qué es lo que usted considera tan difícil de imaginar?, que para sus propias notas, lo identifica como “otro”.
Un gesto de aprobación y de felicitación se le vio en el rostro a Monteagudo, definitivamente el Jefe Juan, era un excelente observador.
.- Volvamos varios años atrás, a aquella aula, a
unas de las tantas situaciones hipotéticas que investigamos en clase.- Se levantó
del sofá y se alejó del Jefe, y hablando como si estuviera en una clase de
cincuenta alumnos, continuó.- Imagínense
ustedes un caso, donde la asesina sea experta en anatomía humana, pero que no
exista ningún registro en escuelas de enfermerías o de medicinas; que mida 1.84
metros en un país donde la estatura promedio de la mujer es de 1.61 metros y
que aparentemente nunca haya sacado la cédula, nos puede llevar únicamente a
dos alternativas, o es extranjera o
es... – Miró a la sala como esperando que alguien levantara la mano para
solicitar la palabra.
Pero en vez de
eso el Jefe Juan se llevó las manos a la cara, y como con un repentino dolor de
cabeza dijo... - Un hombre.
CAPÍTULO IV
¿Por qué
Miami?, Si querían apresarlo o matarlo y el doctor estaba en complicidad con
alguien, pudieron haberlo hecho en la mansión, no había nadie, hubiese sido muy
sencillo.
Realmente Jack,
esperaba que el doctor quisiera matarlo, porque sería muy cruel si el complot
con la policía era para apresarlo. Marques sabía perfectamente que no podría
vivir ni un solo día con la comida de la prisión.
Debía andar con
paso fino, no sabía quienes ni cuantos estaban tras de él. Nunca había confiado
en nadie y eso le daba una ventaja, aparte del doctor nadie podría complicarlo,
y por eso, Rubén Marques pagaría.
A las 08:00
a.m. se presentó Jack al mostrador de United Airlines del Aeropuerto
internacional de Maiquetía, para confirmar su vuelo hacia Miami. Tomó su talón
de abordaje y dejó su maleta más grande en ”equipajes”. Esperó en la cafetería
de “tránsito” hasta que el sonido interno de aeropuerto anunció a las 09:30
a.m., la salida del vuelo 868 con destino a Miami.
Tomó su maletín
de viaje, se dirigió a la puerta trece, entregó su talón y entró al “Jetway” o
gusano. Mientras tanto, en la oficina de la INTERPOL del aeropuerto, su maleta
era revisada minuciosamente sin encontrar nada, solo artículos normales de un
turista de quince días.
Estaba usando
el pasaporte italiano a nombre de Gabo Donelli, el mismo que usaba cada vez que
viajaba a norte América. Si quería que lo siguieran, no le haría las cosas más
difíciles.
Cuando el avión
enfiló para despegar, Rubén Marques, recibía la llamada del espía encargado de
vigilar la salida de Jack del país.- El
paquete está en camino.- Fue lo único que dijo antes de colgar.
El doctor tomó
de un gran sorbo del escocés que tenía en sus manos, se sirvió otro y alzando
su copa en forma de brindis, dijo.- Adiós
mi querido Jack, espero que tengas suerte y te maten antes de que te atrapen.
De alguna manera el Vuelo 868 de la
United partió a Miami sin Jack en su interior.
--------------0--------------
Pá Monteagudo debía empezar de cero, definitivamente daba por sentado que Jacky era un hombre.
El jefe Juan habló con el Coronel para
informarle el nuevo rumbo que estaba tomando las averiguaciones del caso, pero
el Coronel, sin darle importancia al asunto, le dijo las palabras que se dicen
en estos casos para salir del paso.- Lo
felicito Jefe, manténgame al tanto del asunto.
El Jefe Juan, estaba indeciso en algo, si al Coronel no le interesaba ya el caso porque nunca le importó su hijo, o por que era tiempo de ascensos en las Fuerzas Armadas.
De lo que no estaba indeciso era de continuar con la investigación junto con el profesor Monteagudo, el caso en cuestión era interesante, como los de la televisión. De hecho, apartó tiempo de su apretada agenda para colaborar directamente con Pá, en la captura del ahora, sicario masculino.
Volvieron a las escuelas de medicinas, a las militares, a las de enfermerías, es decir, a empezar nuevamente.
Monteagudo tenía en sus manos el expediente del primer caso que se conoce de Jack. El gordo Pino era conocido en los barrios bajos de la ciudad como usurero y delincuente, tenía muchos enemigos y cualquiera podría haberlo mandado a matar, decidió comenzar desde allí.
Llegó al club privado del este y solicitó hablar con Tomás, el que fuera mesonero de la sala de juegos privada del club.
.-
Escuche señor...
.-
Monteagudo.
.- Si Monteagudo, ya han pasado como cuatro años de eso, y casi no me acuerdo, además le dije todo lo que sabía a la policía en su momento.- Manifestó mostrando sinceridad y cansancio en sus palabras.
.- No quisiera molestarlo y por favor no se ponga a la defensiva, no tenemos absolutamente nada en contra suya, estoy aquí para pedirle que me permita realizarle algunas preguntas.- Podía fácilmente obligarlo a responder, sin embargo, Pá sabía que esas respuestas estarían viciadas.
.- Mi turno termina a las 12:30 a.m., y la barra del club permanece abierta un rato mas, si me invita un trago a eso de la una... – Puso la mirada del que tiene a Dios agarrado por la chiva.
Monteagudo pensó que alejarse por un día del barsito de la sala de su casa, no le haría mal, y aceptó simulando incomodidad por las exigencias del mesonero.
A la una menos cinco se sentó Pá en la barra, rodeado de mucha gente elegante y para sorpresa, una de esas personas elegantes y bien acompañados era Tomás el mesonero, este, le hizo una señal y se sentaron en una mesita en la cual solamente cabe, dos vasos, un cenicero y dos cajetillas de cigarrillos.
.-
¿Qué dijo la joven cuando entró a la sala de juegos?.
.- Oiga, ¿no quiere saber como era, o como estaba vestida o si era gorda o algo de eso?.- Preguntó temiendo que la entrevista sea extremadamente corta y por consiguiente, los tragos serían menos.
.- Mire Tomás.- Dijo enseñándole una foto de un retrato hablado de Jacky.
.- Si, es ella, ¿Cuándo la capturaron?.- Preguntó sorprendido.
.-
No Tomás, no la hemos capturado, con esto quería explicarle que no necesito
detalles físicos, todo mi equipo la podría dibujar con los ojos cerrados. Ahora
dígame ¿Qué dijo al entrar a la sala?.
.- Exactamente dijo, “Vengo de parte del señor Rodríguez”- Dijo esto a sabiendas que su interlocutor se sorprendería, como en efecto ocurrió.
Inmediatamente
Monteagudo sacó de su traje un manojo de papeles, los cuales correspondían a la
declaración que Tomás dio a la policía en aquella oportunidad, leyó por unos
segundos y luego mirándolo un poco molesto y ansioso le preguntó que ¿Por qué no lo había dicho a la policía
el día del interrogatorio?.
.-
Mire a su alrededor Monteagudo, todas estas personas tienen muchísimo dinero,
la mitad de ellas, pertenecen a grandes familias de millonarios, la otra mitad
son personas corruptas o delincuentes y es muy difícil diferenciar un grupo de
otro. Si en esa oportunidad hubiese abierto la boca, seguramente me habrían
matado, o peor aún, me hubiesen dejado como a Rodríguez.
.- ¿De qué Rodríguez me estás hablando?.- Preguntó mostrando abiertamente su ignorancia.
.-
Jorge Rodríguez era uno de esos que no se le conocía su procedencia, el gordo
Pino era muy conocido como usurero, saque la cuenta, Rodríguez le pidió dinero
a Pino, este amenazó con matarlo si no pagaba, a Rodríguez aparentemente le
resultaba mas barato matarlo que pagarle y como Pino tiene familia, a Rodríguez
lo malograron.
.- ¿Cómo que lo malograron?.- Su excitación estaba aumentando, mientras Tomás veía su vaso a punto de terminar, inmediatamente Pá, solicitó con una seña al barman, otro trago.
.-
Realmente si lo mataron, claro no murió de manera inmediata, pero él lo hubiera
preferido.- Se tomó otro trago y ante la mirada
insistente de Pá, continuó.- No sé
exactamente que le hicieron pero el hombre, no pudo moverse ni hablar más,
hasta el día que murió.
Pá, hizo otro par de preguntas, se levantó, dejó cancelado otro trago al mesonero y regresó a su casa.
Millones de preguntas se le estaban generando en la cabeza a Pá. Desde su casa llamó a las personas encargadas de las búsquedas en los hospitales y solicitó información de algún Jorge Rodríguez “malogrado” en fecha cercana al asesinato del gordo Pino y sus guardaespaldas.
Si la herida que le ocasionó la cuadraplegia a Rodríguez era parecida a las usadas en asesinatos posteriores, ¿Por qué no estaba registrada en los expedientes que él tenía en su poder? ¿Tendría algo que ver la muerte de Rodríguez con nuestro Jacky? Y si así fuese ¿Por qué el sicario mató también a su cliente?.
Monteagudo llamó al Jefe Juan, informándole que había por fin, una “luz” en la investigación. Al encontrarse en casa de Pá, y escuchar el relato de la entrevista con el mesonero del club, el Jefe muy entusiasmado, decidió continuar personalmente junto con el profesor, la búsqueda de Jacky. Iba a ser uno de los trabajos de pesquisa más grande, en el que haya participado, y junto con Pá sería, una experiencia muy ilustrativa, todo esto considerando que el Jefe no necesitaba aprender nada, porque ya ostentaba el cargo mas alto al cual podría llegar, sin embargo, cuando se es un investigador por vocación, no se deja escapar una oportunidad como esta. Y si se le preguntara a Monteagudo, como se sentía al trabajar con el hombre más poderoso de la Inteligencia Militar, seguramente respondería, que bien, ya que no necesitaría llenar cientos de formularios para solicitar cualquier equipo o pesquisa extraordinaria.
Cinco días bastaron para encontrar el ingreso de Rodríguez al hospital de Resguardo, tal vez hubiesen tardado más si el Jefe Juan se encontrara ocupado en su oficina.
Al llegar al hospital, se pusieron en contacto con el director del mismo, a fin de agilizar las diligencias concernientes a la ubicación de datos e informaciones necesarias.
En una primera impresión, Monteagudo se tranquilizó al ver que la información del hospital, se encontraba en una computadora, aunque la alegría fue transitoria, ya que el hospital contaba con la información almacenada de los últimos dos años y lo que ellos estaban buscando era de cuatro años atrás.
El jefe Juan no le importó en lo absoluto, bajo hasta el sótano del hospital en el cuarto donde se guardaban los expedientes, se quitó la chaqueta y comenzó, en mangas de camisa, a movilizar cajas y estantes, mientras Pá, un poco menos ágil y efusivo por la edad, se había acomodado en un escritorio con luz a revisar las carpetas.
Al segundo día de búsqueda,
Monteagudo, un poco agotado, sugirió al Jefe Juan que llamara a diez asistentes
para acelerar el proceso, pero el Jefe se limitó a responder diciendo.- Estoy de vacaciones, no tengo autoridad para
solicitar nada y además, hasta ahora sabemos que Jacky no a matado a nadie que
no se lo mereciera.- dijo esto último con una voz tan baja e inaudible que
Pá casi pudo entenderle.- Así que, no hay
apuro.
Monteagudo sabía perfectamente, que aunque el Jefe Juan se jubilara, siempre tendría autoridad en la D.I.M., entonces tomó las cosas con calma y dejó que el Jefe disfrutara su investigación.
Al cuarto día por fin, encontraron el ingreso de Jorge Rodríguez con herida punzo-penetrante a la altura de la nuca, enfermeras de guardia, Ema Torres y Julia Bello, firmó el ingreso al hospital el doctor Luis Uzcátegui.
Hablaron con el director del hospital y se enteraron que Uzcátegui estaba realizando estudios de post-grado en Boston, Massachusetts.
Lograron hablar con las enfermeras, pero Torres, fue quien recordó el caso por la similitud de Rodríguez con su hermano.
.- Recuerdo bien el caso, el hombre no presentaba ninguna contusión externa visible y se encontraba inconsciente por la pérdida de sangre.- Narró con total seguridad de lo que estaba diciendo, definitivamente se prendó del caso por el susto generado por la creencia de que era su hermano.
.- Cuéntenos que pasó con él, hemos revisado todos los archivos y no existe ninguna salida del hospital.- Preguntó el Jefe, disfrutando enormemente la actividad.
.-
Tiene que haber un error. Si debería existir algún registro, pero de su muerte,
ocurrida una semana después de su ingreso.
.- ¿Su muerte?.- preguntó Pá, visiblemente sorprendido, ya que lo primero que revisaron fueron los registros de muertes antes que el de los ingresos y nada encontraron.
.-
Si, a mi también me sorprendió su repentina muerte, ya que el sujeto aunque se
encontraba cuadraplégico y sin habla, se encontraba en excelente estado de
salud.
.- Muchas gracias enfermera Torres, si la necesitamos le volveremos a llamar.- Agradeció el jefe.
.- Bueno Monteagudo, desde cuando no vas a Boston, Massachusetts.- bromeó el Jefe Juan.
Cuando estaban recogiendo sus cosas del hospital, se presentó nuevamente la enfermera Torres en compañía de la enfermera Bello.
.-
Mientras nos retirábamos a nuestro pabellón, comenté con Julia lo que ustedes
me habían preguntado y ella me recordó algo que se rumoreó por los pasillos en
aquella época y era que el doctor que lo estaba atendiendo, en un acto de
misericordia dejó morir a Rodríguez para que descansara de su irreversible
estado.
.- ¿Escuchó
Monteagudo?, El hombre aplica la eutanasia en este país y lo premian con un
post-grado en el exterior.
.- ¿De quién están hablando?.- preguntó esta vez la enfermera Bello extrañada.
.- De Luis Uzcátegui, por su puesto.- Respondió Monteagudo.
.-
Debe haber un error, a los dos días de ingresado el sujeto, el doctor Marques
solicitó el caso, para un estudio que estaba realizando para esos momentos y
fue él quien dejó morir a Rodríguez.
.- ¿Cómo me dijo que se llamaba el doctor?.- preguntó el Jefe.
.- Rubén Marques, pero él tiene como tres años que se retiró del hospital y dicen que de la medicina también, porque y que no pudo resistir el cargo de conciencia por lo sucedido a Rodríguez.- dijo la enfermera Bello en tono de chisme.
CAPÍTULO V
Esa mañana la mansión Marques se encontraba en un inusual silencio, esto lejos de alarmar al doctor, lo agradeció por lo mal y nervioso que se sentía.
Se trajeó para ir a la piscina y disfrutar del sol del mediodía como lo hacía a diario. Salió con su botella de escocés, ya en la mesa de la piscina se encontraba una hielera repleta, como todos los días.
Se recostó en la silla de extensión, con los ojos cerrados bebió un poco de escocés y depositó el vaso en el piso.
Al abrirlos, le dolía enormemente la cabeza, al intentar llevarse las manos hacia ella, notó que estas se encontraban adheridas a la silla con cinta plástica al igual que su boca y piernas, un pensamiento aterrador le cruzó por la mente, cerró nuevamente los ojos y comenzó a rezar.
.- Bueno doctor, le voy a destapar la boca, no intente nada porque de todas maneras ya usted está muerto.- dijo esta última palabra mientras le arrancaba de un tirón la cinta que tenía en su boca.
El doctor no le quedó mas remedio que abrir sus ojos y para su desagradable sorpresa, Jack estaba vestido con un traje de corte inglés, nunca le había visto vestido de hombre, eso corroboraba el hecho de que moriría prontamente.
.- Y, dígame, ¿Me quieren matar o apresar?.- mostrando exagerada curiosidad.
.-
Apresar.- Dijo esto sabiendo que de las dos
alternativas, esa era la peor respuesta.-
Pero no permití que te apresaran aquí, quería que te capturaran en norte
América, tu sabes, las cosas son mejores allá,
.-¿Las
cosas?, Aquí por lo menos tengo un chance de escapar, pero allá, las “cosas”
son más difíciles.
.- Me refería a la comida de la prisión.- comenzó a llorar.
.-
Me conmueve tu consideración.- hubo excesivo
sarcasmo en el tono de estas palabras, cosa extraña en Jack, por lo centrado y
sereno de su carácter, sin embargo, al hombre a quien él le cambió la vida para
su pleno disfrute, lo había traicionado.-
No me interesa como te acorralaron o como te descubrieron, quiero saber, ¿Quién
está detrás de todo esto?
.-
Un detective y el Director de la D.I.M.
.-
¿El director de la D.I.M.?, ¿Qué tiene que ver el ejército en mis actividades?,
¿Acaso me mandaste a matar a algún militar?.
.-
No, no fue a un militar, yo no sabía que la sanguijuela aquella era hijo de un
Coronel, y es por eso que la D.I.M. está involucrada en tu caso.
.-
¿Por qué en Miami?.- Cambió de tema
.- Ya te lo dije, por la comida de la prisión, esa fue la única condición que exigí para entregarte.
Esta última palabra había destrozado toda la serenidad que aún le quedaba a Jack, pero aún le quedaban algunas preguntas por hacer, debía calmarse, tomó la botella de escocés que aún estaba sobre la mesa, vació el vaso del doctor y se sirvió un trago doble, tomándoselo de un solo movimiento.
.-
Lo de Mujica y Pinzón, ¿También fue planeado?.
.-
No, el trabajo si fue solicitado por Mujica, lo que pasa que aquí están involucrados
la D.E.A., el F.B.I., la P.T.J. y la D.I.M., los gringos quieren acabar con
Mujica y Pinzón y los de acá contigo, por eso movieron sus piezas para lograr
que los colombianos me contactaran, todos saldrían beneficiados.
.-
No entiendo, ¿cómo todos saldrían beneficiados si me atrapan en Miami?.
.-
Obviamente el plan es, dejar que mataras a Pinzón, capturarte y enjuiciar a
Mujica como autor intelectual del asesinato, todos ganan.
.-
Bueno mi querido Marques, espero que hayas disfrutado estos años de opulencia y
buena vida que te he dado y que ahora te pienso quitar.- entró a la casa y sacó un portafolio pequeño del cual extrajo
varios documentos mercantiles. – Sabes
que puedo hacer que dures tres días muriéndote bajo los más inimaginables
dolores, o simplemente hacerlo rápido y sin dolor, así que te pido me firmes
estos papeles para que tu hermosa casa y lo que tienes en los bancos pasen a
mis manos.
.-
Pero, ¿de qué te va a servir?, Si nunca vas a poder vivir aquí.
.-
No pienso vivir aquí, pienso venderla.
.-
No te va a servir de nada, ya te tienen totalmente identificado y ubicado.
.- Error Rubén, a ti fue a quien identificaron y ubicaron, aunque ellos sepan todo lo que sabes tú, lamento decirte que no saben nada, firma por favor y recuerda que conozco tu firma.
Con un preciso corte con el bisturí, Jack desató la mano del doctor, colocándole todos los documentos a su alcance para que los firmara. Uno a uno, los fue firmando y a medida que se iban acabando los papeles, el llanto se iba incrementando, ni Jack ni el doctor sabían, si lo del llanto era porque al acabarse los papeles moriría o por si era que se estaba quedando sin nada de sus tesoros.
Al terminar volvió a sujetarle la mano con la cinta adhesiva, debía apresurarse, faltaba poco para que se dieran cuenta que no se encontraba en el avión, besó la frente del doctor y se fue, prometiéndole que se volverían a ver.
En menos de cinco horas, Jack había transferido todos los fondos del doctor a sus cuentas personales, además hipotecó la mansión Marques, porque era más rápido que venderla, en total había obtenido alrededor de ochocientos treinta y cinco mil dólares en efectivo mas otros cuatrocientos cincuenta en bonos negociables.
Jack estaba sorprendido de las habilidades financieras de doctor, a menos claro, que desde que empezaron a trabajar juntos, le estuviese pagando un mínima parte de lo que él cobraba.
Definitivamente Jack le propinó el más duro golpe que pudo haber recibido Rubén Marques, dejarlo sin un centavo y vivo para que lo sufriera.
--------------0--------------
Una gran
movilización estaba ocurriendo en el Aeropuerto Internacional de Miami,
alrededor de un millar de agentes hispanos y gringos, deambulaban por las
instalaciones como personal de limpieza, vendedores, turistas, etc., todos
esperando a Jacky o a Gabo Donelli, o cualquier cosa que saliera de ese vuelo
que se le pareciera un poco.
Monteagudo y el Jefe Juan, se encontraban como turistas en la sala de espera contigua a donde saldrían los pasajeros del vuelo 868 procedente de Caracas
Absolutamente todos conocían las características necesarias para identificar a Jacky, estatura, color de piel, color de ojos, contextura física y por si fuera poco, las cicatrices en los dedos de su mano izquierda, gran parte de esta información suministrada por el doctor Marques.
La orden era identificarlo y seguirlo, actividad rutinaria de todos los efectivos involucrados en la operación, sin embargo quince minutos después de que el último pasajero del 868, abandonó el avión, se dieron cuenta que no estaban tratando con un amateur. Desde ese momento había que vigilar a Pinzón las veinticuatro horas al día, no sabían si el sicario ya se encontraba en Miami, ni por donde entraría, lo único que podían hacer era esperar.
Mientras tanto, Jack estaba abordando un vuelo que lo llevaría a Santa Fé de Bogotá y de allí, tomaría otro que lo dejaría en Orlando al día siguiente.
Sabía perfectamente que aparte de la protección que tenía Pinzón, estaba la vigilancia que la D.E.A. le había asignado y por si fuera poco, contaba con la ayuda de los funcionarios Venezolanos encargados de capturarlo, sin embargo, el trabajo ya había sido pagado y en ese oficio hay que cumplir para conservar el prestigio, aunque con todo el dinero que tenía, ya podía retirarse, pero, este trabajo en particular tenía sus atractivos y lo quería hacer, a pesar de sus riesgos.
En el vuelo hacia Orlando, se puso a considerar muchos factores, el único irremediable era el de tener que mostrarse al momento de matar a Pinzón, escabullirse sería la tarea más difícil y en eso pondría más atención.
Muchos pensarán que por qué no hace el trabajo con un rifle a larga distancia, o una carga explosiva o un veneno en la comida, etc., como ya se dijo antes, por prestigio. Esas alternativas no aseguran que el objetivo se cumpla, y Jack tenía un cien por ciento de efectividad, claro salvo el caso de Rodríguez y fue porque Jack así lo quiso.
La información que le suministraría, Richard en Miami, sería con lo único que contaría para elaborar el plan.
.-
Hello Richard, le habla Jack, ¿cómo estás de tiempo?
.-
Hello Jack, el que necesites.
.- Escuche Richard, se me ha presentado una oportunidad de hacer un negocio con un tal José Leonardo Pinzón, tengo entendido que es un mafioso de Miami, mi interés radica en lo siguiente, quiero saber que le gusta, que come, que bebe, que restaurantes le gustan, como se viste, si le gusta las mujeres o no, etc., usted sabe, como para halagarlo y captarlo como inversionista.- Mintió Jack.
.-
De acuerdo mister, pero necesitaré un poco más de tiempo de lo acostumbrado, ya
que estas cosas deben indagarse con mucha cautela y con Pinzón hay que serlo
más, este hombre no es un mafioso, es la mafia de Miami.
.- Caramba, me preocupan sus palabras Richard, no sé si debería entonces asociarme con él, suena como muy peligroso. – Dijo esto mostrando una evidente actitud de olvidar la supuesta asociación.
.- Bueno Jack, si quiere, espere que le consiga la información y después tome una decisión al respecto, esto no me tomará más de dos días.- Richard estaba un poco preocupado por la posibilidad de perder el dinero que eventualmente recibía por las informaciones que le suministraba a Jack.
.- Esta bien esperaré, y por favor, si es muy peligroso el asunto puede abandonar, yo lo entenderé.- dijera lo que dijera, Jack recibiría la información.
Se hospedó en el Ovni Hotel, del centro de la ciudad de Miami, aprovechó y compró algo de ropa para él y su “hermana”, Bloomingdale era suficiente para su buen gusto.
La noche de su segundo día en Miami, abordó a Danilo en el baño de la Discoteca Latina Scorpyo, la custodia que él tenía se redujo a una acompañante encubierta. Luego del fracaso del aeropuerto, no esperaban que se pusiera en contacto con él. Le sacó la información que necesitaba y luego lo “durmió”, la escolta notaría algo extraño quince minutos después.
La muerte de Danilo y las declaraciones del “pobre” doctor Marques en Venezuela, afirmó lo que Monteagudo creía, Jack matará a Pinzón aún sabiendo que lo estaban esperando. La situación se tornaba difícil debido a que Jack extremaría su manera de actuar, además, el sicario conocía al enemigo y Monteagudo y el Jefe Juan no.
Monteagudo le manifestó su preocupación al Teniente Thomas Andrade de la D.E.A., este a su vez reforzó los mecanismos de vigilancia de Pinzón, ya que si no capturaban a Jack no podrían culpar a Mujica y en consecuencia solamente lograrían la mitad de su cometido.
Lo único que Jack logró sacarle a Danilo fue la dirección residencial de Pinzón, que sería suficiente hasta que le llegara la información de Richard. Nunca pensó en rentar alguna vivienda cercana a la de Pinzón, seguramente estarían vigiladas no menos de cuatro cuadras a la redonda, sin embargo logró alquilar una lujosa Suite en un hotel que se encontraba a dos kilómetros del lugar y que gracias a que el mismo contaba con varios pisos y con la ayuda de un eficiente y discreto telescopio, pudo vigilar de cerca a la inmensa propiedad de Pinzón.
Tomaba nota de todos los movimientos de las personas que transitaban por el patio, trataba de buscar algo que representara una rutina diaria, no podía distinguir las caras, pero deducía que Pinzón era el que a la 10:30 de la mañana salía a tomar el sol en la piscina pequeña, o más bien el jacuzzi gigante, todos los días. Nunca había menos de cinco personas fuertemente armadas, deambulando por el patio, pero calculaba que habían otras cinco dentro de la casa, aparte de los seis vigilantes fijos que se encontraban apostados en unas especies de torretas de vigilancia en cada uno de los vértices de la propiedad la cual tenía forma de “L”.
Mucha gente entraba y salía de la casa a toda hora, pero Pinzón no salió en el día y medio que Jack lo estuvo observando. Obviamente no necesitaba salir, dirigía su organización desde allí, seguramente tendría algunos chefs trabajando exclusivamente para él dentro de la casa, contaría además con una excelente sala de proyección, gimnasio, sauna, sala de juegos, etc., es decir, para qué arriesgarse a salir si hasta el sastre le confecciona la ropa en su casa.
Esta única opción no le gustaba a Jack, debía esperar el informe de Richard. Seguramente a Pinzón lo escoltarán hasta cuando hace el amor, el hombre había sido objeto de muchas amenazas y muchos intentos de asesinato, no era paranoia, seguramente había contratado a especialistas en sistemas de seguridad y mercenarios profesionales que lo mantenían vivo.
Al fin llegó el día y la hora acordada por Jack para llamar a Richard, este a su vez entregó un informe detallado de los movimientos rutinarios de Pinzón, socios, empresas en donde él tenía participación, mujeres, comidas, familiares, enemigos, etc. Jack agradeció la información prometiéndole un bono “extra” por lo completo del informe y el riesgo tomado.
Jack estuvo revisando una y otra vez, lo dicho por Richard y no encontró ninguna brecha de seguridad para llegar a Pinzón. Solamente existía una posibilidad de entrar en la casa, cuando el capo salía a ver los juegos de los Marlins de Florida, ya que Pinzón en consideración de sus espalderos, los cuales en su mayoría eran colombianos, permitía que todos le acompañasen al estadio para aupar al único paisano que militaba en las grandes ligas, en esas oportunidades la casa quedaba en un 40% de su seguridad habitual.
El problema
seguía siendo la huida. Entrar, esperar y matar a Pinzón, sería relativamente
fácil. Debía “engendrar” el plan de escape, con lo poco que contaba, y por
razones de prestigio, debía completar el trabajo máximo a una semana del pago
del mismo, es decir, le quedaban tres días para estar dentro del margen. El
doctor Marques, Pa Monteagudo, el Jefe Juan y el Teniente Andrade estaban
convencidos que en ese lapso, Jack actuaría.
Andrade giró
todas las órdenes necesarias para estrechar el cerco de vigilancia que mantenía
sobre Pinzón, les comunicó a los venezolanos que desde ese momento el se
encargaría de todo lo concerniente al caso Jack-Pinzón, y les agradeció toda la
colaboración prestada, pero desde ese momento, por cuestiones operacionales le
sería más fácil movilizarse solo, sin embargo les invitó a permanecer en el
cuartel general para que siguieran el procedimiento en detalle, lo cual
aceptaron gustosamente.
Mientras tanto,
Jack había telefoneado nuevamente a Richard, en esta oportunidad necesitaba
contactar a alguien del Departamento de Obras Públicas.
Esa misma tarde
se presentó en las oficinas de Charles Lion como Comisionado del Consulado
Chileno para la reubicación de la embajada. Entre los miles de datos
solicitados, existía además el requerimiento de los planos de los drenajes o
cloacas de la urbanización elegida por su nación para el establecimiento de la
nueva sede.
Afortunadamente
para Jack, la manzana donde se encontraba la casa de Pinzón poseía un sistema
de desagüe de tres cuartos de siglo de antigüedad, donde sus conductos eran suficientemente
grandes y uno de ellos cruzaba la casa del mafioso. Definitivamente este ducto
sería pieza clave en la huida
CAPÍTULO VI
Todo estaba
listo, había llegado el día en que se cumplía el plazo, todos sabían que
actuaría de un momento a otro, Jack estaba un poco incómodo por esto, pero
debía finiquitar ciertas cosas en los drenajes.
Era domingo y a
eso de las 10 a.m. salió Pinzón con su gente a ver otro de los juegos de su
equipo. Todo el equipo electrónico de vigilancia existente lo acompañó desde
ese momento. A las 10:45 estaba llegando Jack en un descapotable a la gran
casa, acompañado por uno de los espalderos del capo.
Jack, había
logrado “enganchar” a Pedro Pablo Ortega, uno de los espalderos de mas
confianza de Pinzón en una discoteca de la localidad. Además había logrado que
le invitara a la casa de su jefe para disfrutar de la piscina, ya que tenía
pocos días de haber llegado de Italia y salvo a los mesoneros del hotel, no
conocía a mas nadie.
Hay dos cosas
que hacen olvidar a gente como Ortega de sus responsabilidades, una buena
borrachera y la otra, una exuberante mujer con mucho dinero que se muestre muy
interesada en él. Ortega le solicitó permiso al jefe para no acompañarlo el día
del juego y además que le permitiera usar su casa para alardear ante Ina, la
amiga italiana que había conocido recientemente. Pinzón contando con otras
nueve personas que le acompañarían, le concedió lo solicitado.
Jack debía
permanecer en la casa para cuando llegara la víctima, ya sea convenciendo a
Ortega o matándolo.
Toda la policía
seguía muy de cerca al capo, dejando solamente a un descuidado oficial
encargado de observar la casa, ya que el mismo se percató de que en la piscina
se encontraba Jack paseando con Ortega justo cuando le avisaron que Pinzón estaba
regresando a su casa.
Al dar la voz
de alarma, la policía abandonó de inmediato la persecución del mafioso y se
dirigieron velozmente a la urbanización para tomar sus respectivos puestos de
observación y captura.
Por su parte
Jack había logrado convencer a Ortega que le permitiera hablar con su jefe
sobre asuntos de compra y venta de inmuebles en la zona, razón por la cual Ina
habría venido a “América”, Ortega ahora quería alardear enfrente de su jefe.
Doscientos setenta y seis oficiales totalmente equipados con instrumentos muy singulares de rastreo, expertos tiradores, en plenitud de condiciones físicas, con conocimiento exacto de la víctima y del victimario, del lugar donde sucedería el asesinato, además del día en que ocurriría, aseguraba totalmente la segunda fase del gran plan de la D.E.A.-P.T.J. de capturar y posteriormente juzgar a Mujica como autor intelectual del homicidio.
Aún con todo
esta movilización, Pa Monteagudo le recordó a Andrade que si Jack había
esperado hasta el último día, es porque se tomó todo ese tiempo planificando su
escape.
Thomas Andrade
se levantó desde donde se encontraba y sin quitar la vista de la mansión de
Pinzón y accionando el radio transmisor con el cual podía hablar con todos los
involucrados en la operación dijo, que apostaba
su puesto a que capturaría a Jack vivo o muerto.
Hay que
mencionar que Andrade era muy querido y respetado por su equipo y por muchas
otras personas de diferentes fuerzas policiales, por lo que la apuesta sería
tomada por todos como una cuestión personal, ya que si alguno de ellos fallaba
y perdían a Jack, también debería renunciar, ya que sus compañeros no le
perdonarían el ser responsable de la dimisión de su admirado jefe.
Andrade sabía
todo esto y consideró que un poco mas de incentivo no perjudicaría la
operación, lo que inmediatamente corroboró las sospechas de Monteagudo en
cuanto a que a Jack no lo necesitaban vivo.
Obviamente
solamente necesitaban a Pinzón muerto y a un cuerpo a quien echarle la culpa,
para luego relacionarlo con Mujica. Todo un inmenso expediente estaba armado en
contra de Mujica relacionándolo con el asesinato de Pinzón, solamente faltaba
unas huellas dactilares y unas muestras de sangre de Jack para cerrar el
expediente y hundir a Mujica.
Todo estaba
listo, en pocos minutos llegaría la víctima a la casa, el asesino ya se
encontraba en ella y los captores estaban todos en posición, la incertidumbre
del Jefe Juan y de Monteagudo no era por si atrapaban o no a Jack, sino lo que
haría este para evitarlo.
CAPÍTULO VII
Al entrar en la
casa, Jack (Ina) solicitó a Ortega un lugar donde se pudiera arreglar el
maquillaje, este a pesar que encontró el maquillaje en impecables condiciones,
atribuyó el hecho a exceso de coquetería y le indicó una puerta cerca de la
salida a la piscina
Jack conversaba animadamente con Ortega mientras paseaban por los jardines de la espléndida propiedad de Pinzón, Ortega a su vez se sentía totalmente contento y orgulloso de poder sostener una conversación fluida y de tan variados tópicos con una mujer tan interesante, estaba seguro que su jefe estaría encantado con ella.
Al finalizar el
recorrido, Jack sabía la ubicación de cada uno de los guardianes de la casa,
todas y cada una de las cámaras de circuito cerrado, donde dormían los perros e
inclusive intuyó acertadamente, la única edificación donde podía estar la gente
de la D.E.A.
El jefe Juan y
Monteagudo ya habían sido trasladados a dicha edificación, la cual contaba
entre otras cosas, con equipos térmicos de vigilancia que permitían saber la
ubicación de cualquier cosa que tuviera una temperatura superior los 25 grados.
Es el aparato mas eficaz de rastreo diurno y nocturno con lo cual contaban los
americanos.
.- Todos a sus puestos el “pichón” ha llegado.-
Ordenó Andrade.
La confirmación
de todos los líderes de los grupos integrantes de la operación se fue
escuchando a través de la radio, y después del último, una ligera estática era
lo único que se escuchaba, todos sabían lo que tenían que hacer.
Al bajar Pinzón
de su vehículo fue recibido por Ortega, ya el capo sabía que la imponente
italiana esperaba en el jardín para conocerle y sin mostrar mayor interés se
dirigió al “escusado” donde permaneció unos minutos. Al salir, Ina se
encontraba en la sala con una copa de vino conversando con Ortega, Pinzón
bromeando dijo que mandaría a poner un baño en su limosina.
Luego de
presentarse y de ofrecerle su casa, se disculpó por unos momentos y se dirigió
a su habitación, pues quería ducharse y cambiarse la ropa.
La radio seguía
muda, seis aparatos monitoreaban los movimientos de todas las personas de la
casa, todos se encontraban en alerta total, Monteagudo golpeaba con el codo al
Jefe Juan para llamar su atención a aquellos complejos aparatos, entretanto el
Jefe Juan sin emitir ningún sonido, hizo entender que ya los conocía.
Andrade se colocó el chaleco anti-balas, se despidió de la delegación venezolana y salió de la habitación sin decir mas. Al salir del edificio lo esperaba una furgoneta de la fuerza, camuflajeada como una de la compañía telefónica local, la misma se colocó al otro lado de la calle, frente de la entrada principal de la casa de Pinzón, de ella salieron dos empleados con cascos y el equipo que regularmente usan para reparar una avería. Pinzón permanecería adentro vigilando de monitor de rastreo térmico.
.- Siéntese por favor, Ortega me ha dicho que usted
está muy interesada en comprar algunas propiedades en este país.
.- Propiedades, bonos, cualquier cosa que se pueda comprar para luego vender en mi país con algo de ganancia.
.- ¿Cualquier cosa? – Mostró una exagerada
sorpresa – Mire que hasta las personas se
pueden comprar para luego vender.
.- A eso me refiero. Fíjese, hasta usted tiene un
precio. – Dijo esto acercándose seductoramente.
.-
¿Si, y cual sería mi precio?.
Jack se levantó
la falda, sacó una .22 con silenciador, que tenía adherida a su muslo y de un
solo disparo en el medio de la frente mató a Ortega, y colocándole el arma en
el oído a Pinzón le contestó - Trescientos
mil dólares.- Luego de esto accionó el arma una vez en la cabeza y una en
el corazón.
Hasta ahora los
monitores no reflejaban ninguna actividad fuera de lo común, pero cuando Jack
salió de la sala hacia el segundo piso, y ninguno de sus dos acompañantes se
movieron, Andrade gritó -¡Entren!,
¡Entren!, ¡Entren!.
Cada uno de los
vértices de la propiedad fueron atacados simultáneamente, los obreros
telefónicos saltaron a la camioneta y con ella derribaron la puerta principal,
una lluvia de balas y de bombas lacrimógenas rodearon la casa de Pinzón, desde
el cuartel general, todos observaban el ataque con binoculares y telescopios.
Una explosión
destruyó parte de la casa, además del acceso norte al segundo piso.
Por el
rastreador térmico, Jack aún se movía por segundo piso, mientras tanto el
tiroteo continuaba en los jardines y uno que otro disparo desde el interior de
la casa, otra explosión de igual intensidad a la anterior inutilizó la entrada
sur a los pisos superiores, el humo de los incendios provocados por las mismas
obstaculizó la visibilidad desde el cuartel general, ese era el objetivo de
Jack, además de retardar la posibilidad de que lo capturasen.
Finalmente el
tiroteo había cesado y los últimos espalderos que sobrevivieron se entregaron,
pero Jack aún permanecía en el segundo piso según los informes térmicos.
Andrade ordenó
a los hombres que se encontraban en el helicóptero que incursionaran en el
techo de la residencia a fin de capturar al sicario, Jack se encontraba en una
de las habitaciones que tenía un amplio balcón hacia la piscina y ya se había
cambiado la ropa por una traje negro de latex de esos que usan los buzos, al
ver que el helicóptero se estaba acercando, detonó otras cuatro bombas de menor
intensidad pero de mayor humo en los jardines, tomó un pequeño estuche del
mismo material del traje y corrió en dirección al balcón y sin detenerse, saltó
a la piscina.
Desde el
cuartel general no podía verse absolutamente nada por el humo y además Jack
desapareció del rastreador térmico cuando se puso el traje especial.
Al momento de
saltar del balcón, Jack detonó la séptima y última bomba de su carrera, la cual
estalló como a un metro de uno de los vértices mas alejados de la piscina, la
misma no pareció de mucho poder, sin embargo estremeció la tierra ya que fue
subterránea, al caer en la piscina nadó hacia el lugar de la explosión lo cual
hizo con poco esfuerzo ya que 500 metros cúbicos de agua se estaban escapando
por allí, los policía no sabían que estaba pasando.
Andrade no
dejaba de dar órdenes por la radio, ya no se oían disparos y cuando preguntó si
alguno sabía donde estaba Jack, la estática fue la única respuesta que obtuvo,
y gritando ordenó que “barrieran” toda la propiedad, nadie vio saltar a Jack a
la piscina y por el humo y las explosiones tardaron un par de minutos en
percatarse que la piscina estaba vacía con un extraño hueco en una de sus
esquinas del fondo de la misma.
Jack fue
arrastrado alrededor de cincuenta metros por el viejo sistema de drenaje,
ayudado por la corriente de agua, al poder incorporarse sacó una linterna y un
mapa del pequeño bolso de latex, retrocedió unos diez metros y luego continuó
corriendo por el laberinto de túneles que formaban el sistema de desagüe de la
ciudad y al llegar a una escalera, subió por ella hasta encontrar la tapa que
da hacia la calle, al quitarla se encontró con un vehículo justo encima, movió
una pequeña palanca en la parte inferior del vehículo y empujando levantó lo
que era una especie de puerta en el piso de la furgoneta, entró a la misma,
desde allí cerró la tapa que daba al drenaje y después de cerrar la pequeña
puerta del piso de la camioneta, se colocó un disfraz de gallina y desapareció
del lugar en la camioneta que pertenecía a una empresa que vendía pollo a
domicilio.
CAPÍTULO VIII
Salir del país
fue relativamente fácil, ya que la policía nunca pensó en que lograría salir
vivo de la casa y en consecuencia no vigilaron los aeropuertos, salió usando el
mismo pasaporte con el que había entrado, recorrió seis países africanos en dos
semanas y en Europa, viajó a otros tantos por tren, utilizando varias identidades,
asegurando con todo esto que le perdieran la pista.
Desde Europa
llamó a Mujica a Perú para notificarle la culminación exitosa del contrato,
este a su vez, le aseguró que la segunda parte del pago (trescientos treinta
mil dólares) le sería enviada de inmediato.
Hay que decir
que cuando Jack se vio acosado y casi descubierto, llamó a su cliente para
explicarle el plan que contra ambos había hilvanado la D.E.A., Mujica viendo
una lejana posibilidad de burlar o vengarse del departamento que tantas molestias
le habían causado, le preguntó que si existía algún chance de lograr culminar
el contrato, a lo que Jack respondió afirmativamente.
Mujica luego de
ofrecerle el monto antes mencionado, salió del país solo para protegerse en
caso de que capturaran a Jack.
Ahora Mujica
podría regresar, si se quiere triunfante, ya que su peor enemigo estaba
eliminado, no tendría competencia en su área y además, la policía seguía sin
tener nada en contra de él.
Por otra parte,
el Jefe Juan y Monteagudo regresaron a Venezuela dos días después de los
acontecimientos en la casa de Pinzón, días estos en los que corroboraron que
Jack se les había escapado sin ninguna posibilidad de capturarlo. Internamente
sentían muy en lo profundo de su ser, una admiración y una alegría de que un
tercermundista haya podido burlar todo aquel despliegue tecnológico y táctico
de los norteamericanos, claro nunca lo confesarían, pero uno sospechaba que el
otro pensaba igual.
Tiempo después
sintieron algo de alivio cuando Monteagudo llamó al Jefe Juan para comentarle
que había recibido una postal del África, la cual decía, “no se preocupe mas
por mí, me he jubilado, si alguna vez regreso a mi país, será por placer y no
por trabajo, su amigo José Ángel Castillo, J.A.C.”
Thomas Andrade,
vive aún en Tampa, encargado de un negocio de comida rápida. De él se supo que
no recibió ninguna pensión al renunciar al cuerpo policial, sin embargo, se
sabe que debió haber recibido algún dinero ya que se compró un elegante
condominio en el centro de la ciudad.
fin
[1] .- Nombre despectivo dado a José Ángel por Ana María, tomando las iniciales del nombre.
[2] .- Desde tiempo atrás, José Ángel Castillo, había decidido adoptar el nombre de Jack y/o Jacky, como alias para su trabajo.
[3] .- Claro en el pollo serían doce partes porque no se usa la cabeza,
[4] .- Dirección de Inteligencia Militar