La Vela Apagada

Un hombre tenía una niña pequeña su hija única y muy amada. El vivía sólo para ella, era su vida.

Así que cuando ella se enfermó y la enfermedad resistío los esfuerzos de los mejores médicos, él se volvió como un hombre poseído, moviendo cielo y tierra para conseguir restaurar su salud.

Sus mejores esfuerzos, sin embargo, provaron ser inútiles, y la niña murió. El padre estaba totalmente inconsolable. Se convirtió en un hombre amargado, apartándose de sus muchos amigos y rechazando cada actividad que pudiera restaurar su compostura y devolverle la normalidad.

Entonces una noche tuvo un sueño. El estaba en el cielo observando un desfile de todos los angelitos pequeños que marchaban frente al Gran Trono Blanco en lo que parecía una fila interminable.

Cada angelito llevaba en las manos una vela. El notó, sin embargo, que la vela de un angelito no estaba encendida. Entonces se dió cuenta de que el angelito con la vela apagada era su propia hija.

Avanzando hacia ella, la tomó en sus brazos, la acarició tiernamente y le preguntó "Por qué tu vela es la única que no está encendida?" "Padre, ellos la encienden con regularidad, pero tus lágrimas siempre la apagan," le dijo ella.

Sólo entonces el despertó de su sueño.

La lección estaba clara como el cristal, y sus efectos fueron inmediatos. Desde esa hora en adelante ya no estaria amargado, sino que alegremente volvió a unirse a sus amigos y asociados.

Nunca más la vela de su querida pequeña sería apagada por sus inútiles lágrimas.