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Costumbres de los famas

 

 

              Sucedió que un fama bailaba tregua y bailaba catala delante de
un almacén lleno de cronopios y esperanzas. Las más irritadas eran las esperanzas porque buscan siempre que los famas no bailen tregua ni cata-
la sino espera, que es el baile que conocen los cronopios y las esperanzas.
              Los famas se sitúan a propósito delante de los almácenes, y esta
vez el fama bailaba tregua y bailaba catala para molestar a las esperanzas.
Una de las esperanzas dejó en el suelo su pez de flauta —como el Rey del Mar, están siempre asistidas de peces de flauta— y salió a imprecar el fa-
ma, diciéndole así:
              —Fama, no bailes tregua ni catala delante de este almacén.
             El fama seguía bailando y se reía.
             La esperanza llamó a otras esperanzas, y los cronopios formaron
corro para ver lo que pasaría.
              —Fama —dijeron las esperanzas—. No bailes tregua ni catala
delante de este almacén.
              Pero el fama bailaba y se reía, para menoscabar a las esperanzas.
              Entonces las esperanzas se arrojaron sobre el fama y lo lastimaron.
Lo dejaron caído al lado de un palenque, y el fama se quejaba, envuelto en
su sangre y su tristeza.
              Los cronopios vinieron furtivamente, esos objetos verdes y húmedos. Rodeaban al fama y lo compadecían, diciéndole así:
              —Cronopio cronopio cronopio.
              Y el fama comprendía, y su soledad era menos amarga.

 

 

Cuentos Completos/1. Alfaguara, Madrid: 1996.
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